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100 años del Titanic

La Razón
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Hemos tenido desde el 22 de diciembre hasta el nueve de enero como una tregua. Eso sí, rellena de comilonas, bebidas a granel, dulces sin reparos y delicatessen varias. Muchos han aprovechado también para salir de viaje, que van desde el pueblo de nacimiento a los viajes sofisticados, como es el caso de Felipe González y su novia Mar, que iniciaron su romance hace unos años en Punta Cana y desde entonces repiten en tan paradisíaco lugar para pasar el fin de año acompañados por Pedro y Begoña Trapote. Se reúnen una serie de amigos americanos y españoles, entre ellos Rafael y Mámer Peralta. No faltan las fiestas en barcos amenizadas por grupos locales, generalmente por los Alpresa, banda de cámara de muchos VIP. Otros como Hugh Grant, que dejó la fría Gran Bretaña para volar con su padre a la soleada Sevilla, donde hicieron vida tranquila, golf y buenos restaurantes. No salía de su asombro ante los 25 grados que disfrutó mientras jugaba a su deporte favorito. Pero el lunes 9 había que enfrentarse a lo que será sin duda la cuesta de enero mas dura que se recuerda. Con suerte puede empezar a decrecer la pendiente allá por diciembre. Casualidades de la vida, justo el 14 de abril hará cien años del hundimiento del Titanic. Parece una perversa metáfora del año que nos espera. Este desplome de lo positivo llega hasta el periodismo social. No hay en el horizonte ni bodas reales, ni plebeyas de gran relevancia, que como se sabe, es parte básica de este género. Para colmo, este año lo mas esperado son comparecencias judiciales. Abrirá Jaime de Marichalar con la demanda que le tiene interpuesta a la revista Época por insinuar coqueteos con las drogas. Igualmente el Duque de Palma, excuñado del anterior, tendrá que comparecer como imputado ante el juez, que después del citado interrogatorio, decidirá si pasa a la categoría de acusado o desestima la imputación. Al llegar el verano, se producirá la madre de todos los juicios mediáticos, sentados en el banquillo, Isabel Pantoja, Maite Zaldívar y Julián Muñoz. No son momentos para la esperanza.