Cataluña
El reto educativo de Cataluña
Todas las formaciones aseguran que aumentar la inversión es clave. Apenas ha crecido en la última legislatura.
BARCELONA- Si hay alguno de los pilares sociales que cojea en Cataluña es el educativo. El panorama no es esperanzador: uno de cada cuatro alumnos de Primaria no está capacitado para pasar a la ESO, tres de cada diez no superan la Educación Secundaria Obligatoria y cuatro de cada diez jóvenes están en paro por falta de formación. Unas cifras que delatan las carencias del sistema catalán en pleno auge de la denostada «generación Ni-Ni», adolescentes que ni estudian, ni trabajan.
Convencidos de que el bastión educativo es uno de los ejes clave en las próximas elecciones, los cinco portavoces educativos de las formaciones con peso en el Parlament –el conseller Ernest Maragall (PSC), Irene Rigau (CiU), Ernest Benach (ERC), Rafael López (PP) y Dolors Camats (ICV)– protagonizaron el pasado miércoles un debate organizado por la Federación de Padres de Cataluña (Fapac), en el que mostraron sus propuesta de cara a las elecciones autonómicas.
Una oportunidad única en la que se evidenció el distanciamiento entre dos de los socios del tripartito –ICV y PSC no comparten un punto álgido de la Ley de Educación que se aprobará el martes, el decreto de direcciones– y en la que CiU apuntó maneras al definir su programa educativo como «una ofensiva de país».
Los nacionalistas llegaron con la lección aprendida. Rigau ya presentó su programa hace unos meses y no titubea cuando afirma que su formación promete reducir el fracaso escolar a la mitad del actual. Una meta, la de conseguir el éxito educativo en las aulas, que parece ser el hito de todas las formaciones.
Desde el PP, Rafael López, prometió que su partido tratará de cumplir con los objetivos europeos, aumentar la inversión por alumno y los recursos que llegan al aula. «El sistema de evaluación tiene que ser más exigente, y el nivel de lecto-escriptura tiene que subir», defendió López, que apuesta por «dignificar la figura del profesor».
Desde el PSC, el conseller Maragall sorprendió a sus contertulios al asegurar que «sí que hay abandono escolar, pero si separamos a los autóctonos de los recién llegados, estamos mejor que los alemanes».
Los socialistas quieren que el nivel de comprensión lectora y la escritura alcance el 90 por ciento de aprobados. Los republicanos, por su parte, apuestan por la detección precoz y medidas de refuerzo sobre los estudiantes.
Dolors Camats, desde ICV, defendió que «hay que levantar el techo desde el suelo» y conseguir aupar las notas más bajas aportando «recursos donde haya más necesidades». El éxito educativo de los eco-socialistas radica en un cambio en la formación inicial de los docentes y un refuerzo a su trabajo.
Todos coinciden en tratar de acabar con la segregación en las aulas –la red pública acumula el 85 por ciento del alumnado extranjero–. Aquí, el PP propone una zona única de matriculación para poder elegir centro.
Con todo, el compromiso de inversión es una apuesta clara de todas las formaciones, en una época en la que las restricciones presupuestarias están a la orden del día.
La lucha por el éxito escolar
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