Ramón Monegal: «Me gustaría meter las narices en el futuro»

–«La perfumista». Una novela con olor a pasión. ¿A qué huele la pasión?
–A clavel.

–Usted es perfumista. ¿Qué olor ofende más a su nariz hoy ?
–El olor de la corrupción. Huele a podrido.

–¿Le da en la nariz que...?
–Que la crisis va para largo.

–Dicen que ya nada volverá a ser como antes, que la fiesta se acabó...
–Todo volverá a ser como antes: los culpables siguen ahí, inmunes. Y la fiesta volverá cuando abran los grifos del dinero. Todo se repetirá.

–¿Dónde le gustaría meter las narices?
–En el futuro. Me gustaría saber qué olores tendrá.

–¿Quién no está viendo más allá de sus narices?
–Todos nosotros: nos llevan al huerto fácil y rápidamente.

–¿Qué habría que hacer por narices?
–Poner en primer término la Justicia.

–¿De qué está hasta las narices?
–Del fútbol. Me gusta, pero se abusa.

–Por cierto, ¿tiene asegurada la nariz?
–No. Y eso que recibí un aviso: me la rompí yendo en bici.

–¿El arte del perfumista está amenazado por ...?
–Por el marketing de la industria. Se da más valor a la publicidad que al perfume y al perfumista.

–¿Sabe por qué los anuncios de perfumes son tan cursis casi todos?
–Me parecen insoportables e infumables. Lamentablemente, son los que venden.

–¿A qué huele el mundo en el que vivimos?
–A sintético, falso, artificial.

–¿Las mujeres tienen más olfato que los hombres?
–Sí. Y los niños, más que los adultos.

–¿Le gustaría vivir en olor de multitudes?
–No, por favor. Me gustaría vivir aislado y en una montaña repleta de flores.

–Mire, como Heidi...