Cataluña
Patrioterismo postizo
La sentencia del Estatut deja mucho que desear a todas las partes, aunque también presta argumentos para que unos y otros salgan airosos del trance. El despropósito estaba cometido. Lo perpetraron al alimón Maragall y Zapatero al alumbrar una norma que vulneraba claramente la Constitución, tal y como se ha visto. Quisieron colarla de extranjis marginando al PP. De haberla pactado con Rajoy, no hubiera llegado nunca al TC y nos habríamos evitado mucho malestar innecesario. Pero Zetapé prefirió el acuerdo con los nacionalistas radicales alentando la desmesura de su partido en Cataluña. El Constitucional era el único destino posible. El fallo acordado, tras cuatro años de penoso deterioro en imagen institucional, es tan mejorable como el proceso en sí. Hay que respetarlo y acatarlo porque no queda otra. Pero es verdad que hubiera sido mejor no tener que llegar a esta situación de enfrentamiento extremo. A partir de aquí solo queda pedir responsabilidad. Particularmente a quienes han demostrado no tenerla. Gobierno y PP se apuntaron ayer como un éxito la sentencia. Me parece bien. Es casi mejor que así sea. A quien no logro entender es a Montilla. Le catalogué siempre como una persona seria con relación a su antecesor Maragall. Pero sus palabras incitando a tomar la calle y a la movilización ciudadana contra las instituciones son impropias de quien ocupa el cargo más importante de la estructura del Estado en Cataluña. Duran Lleida le ha dado una lección de templanza y moderación. También sus compañeros de PSC Corbacho y Chacón, curiosamente mudos. Da la impresión de que Montilla se ha creído tanto el papel de catalán pata negra, que está cometiendo excesos propios de quien debe demostrar lo que los «patanegras» de verdad no tienen necesidad. El problema es que por mucho que se radicalice, la soflama patriotera le queda tan fingida como postiza.
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