Barcelona

Meritxell Falgueras: «No votaría a un Gobierno de abstemios»

Con firma propia. Profesión: sumiller y periodista. Nació: en 1981, en Barcelona. Por qué está aquí: por su libro «Presume de vinos en 7 días» (Salsa Books).

Meritxell Falgueras: «No votaría a un Gobierno de abstemios»
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–«Presume de vinos en 7 días». Un título muy certero: hoy importa más presumir que saber, ¿verdad?
–Sí, y en el mundo del vino, sobre todo. Los sabios son humildes; los que más alardean son los que menos saben. Yo enseño a disfrutar con el vino.

–Si a Zapatero le podían enseñar economía en dos tardes, ¿usted qué podría enseñar en una?
–Las diferencias entre los vinos y por qué nos gusta más uno que otro.

–Eso, ¿por qué nos gusta más un vino que otro?
–Por los recuerdos. Nos gustan más los que nos llevan a tiempos felices, al aroma de la casa de la abuela, al olor de la tierra de la infancia...

–Dice Serrat en el prólogo que el vino ha hecho mucho por él. ¿Y qué ha hecho por usted?
–Todo. Es parte de mi familia, somos ya cinco generaciones en la tienda de vinos Seller de Gelida.

–Dice Joan Manuel que si el médico le prohibiera el vino, cambiaría de médico. ¿Y usted?
–También. En nuestra tienda decimos: mejor que se gasten el dinero aquí que en la farmacia.

–Es sumiller y Nariz de Oro. ¿Qué vino le recomienda a Zapatero para quitarse el mal sabor de los malos tragos?
–Un vino dulce, claro. Un Pedro Ximénez lleno de sol y energía.

–Si el Gobierno bebiera mejor vino, ¿el país estaría de mejor leche?
–Ja, ja, ja. No sé lo que bebe el Gobierno. Sí sé que cada uno es lo que bebe y lo que hace cuando bebe. No votaría a un Gobierno de abstemios.

–Dice que el vino supera las crisis, pero, ¿sobrevivirá al carné por puntos?
–Sí. No tanto los destilados. Hay que beber la mitad de la botella, y lo que queda llevárselo a casa. Aquí aún eso parece cutre, pero hay que hacerlo.

–¿Ha dado alguna vez positivo en un control de alcoholemia?
–Nunca. Si me paso un poco, tomo un taxi.

–Se ha definido como una especie de psicoanalista del vino...
–Sí: catar el vino es desnudarlo. Yo desnudo al vino para explicarlo.

–Ya no está mal visto que una mujer beba como un hombre, ¿no?
–Ya no, pero cuando yo empecé en las catas, muy joven, tuve problemas: me miraban raro, me gastaban bromas... Hoy no hay hombre que me tumbe bebiendo; además, como aguanto mucho, le saldría muy caro.

–Catar es besar. ¿Qué beso supera al de un gran vino?
–El de un gran amor que hace tiempo que no catas.

–Si en el vino está la verdad, seguro que los políticos beben cerveza.