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Los Dardenne confirman la mirada de Cannes sobre la infancia quebrada

El nuevo filme de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, "Le gamin au vélo", confirmó hoy en el Festival de Cannes que la mirada sobre las quiebras de la infancia se instala como vector dominante en la edición de este año.

rave pero con esperanza, a diferencia de otras cintas de estos cineastas, que disfrutan explicando cómo hacen películas, como se pudo comprobar hoy nuevamente.

"Estábamos menos angustiados que de costumbre", confesó Luc a la prensa sobre el desarrollo del rodaje de una cinta que permite admirar al último descubrimiento de los directores: el jovencísimo Thomas Doret (Cyril en la trama), una revelación con posibilidades de premio, a falta de lo que queda por ver en Cannes.

Con "Le gamin au vélo"queda clara la línea temática abierta por el festival, al abordaje de la pederastia, el abuso de menores y la falta de comunicación entre padres e hijos, ilustrada por cintas como "Michael, "Polisse"y "We have to talk about Kevin".

Cyril, de 12 años y en un hogar para menores, solo vive para reencontrarse con su padre (Guy), pero este prefiere que le olvide; el chaval pasa los fines de semana con su madre de acogida, una peluquera (Samantha) que se verá obligada a compensar el déficit de afecto que pone al crío al borde de la marginalidad de por vida.

Las posibilidades de desastre son enormes, pero los Dardenne hacen caer al protagonista del lado vamos-a-ser-positivos, aunque Jean-Pierre casi previno a quienes les quieran ver demasiado optimistas: "Cuando se hace un filme no hay que pensar en el mensaje que se pretende transmitir".

Los Dardenne presentan una película que tiene mucho de cuento -hay bosque, hay "lobo", Cyril va de rojo y a los Dardenne les gustó una alusión de la prensa a "Caperucita Roja"- pero el paisaje no es de Grimm o Andersen: la Bélgica pura y dura (no tan dura como en cintas precedentes, eso es verdad), con sus luces y sombras.

Carne evidente de premio, este "chico de la bicicleta"entra en competición al mismo tiempo que una luminosa película de cine dentro del cine, "The artist", el inusual viaje de un filme francés a Hollywood, casi un siglo de marcha atrás lleno de referencias intracinematográficas.

La película que dirige Michel Hazanavicius es muda y en blanco y negro, lo que quizás limite sus posibilidades de mercado, pero posiblemente guste a los académicos en Estados Unidos al tratarse de un homenaje en toda regla a la Edad de Oro de la cinematografía.

Ambientado en los felices veinte, en la transición del cine mudo al hablado, "The artist"cuenta la historia de George Valentin (que interpreta Jean Dujardin), una estrella que se apaga en cuanto llega el sonido, con el que reinará Peppy Miller (la actriz de origen argentino Bérénice Bejo).

Y ahí están Douglas Fairbanks, John Gilbert, Gloria Swanson, Greta Garbo, Joan Crawford y Erich von Stroheim, porque se les ve a todos ellos encarnados en "George"y "Peppy"y se "oye"a Alfred Hitchcock en la música de "Vertigo", incrustada en una banda sonora que es casi el único sonido de la cinta.

"El cine mudo es un cine muy emocional, sensorial; el hecho de no pasar por el texto te lleva a una manera muy esencial de narrar, que solo funciona sobre las sensaciones que creas", según el director, cuyo filme en principio iba solo a ser exhibido en Cannes fuera de la competición.

Este "artista"se rodó en los lugares sagrados del cine y hasta al protagonista se le hizo despertar sobre una cama que perteneció a Mary Pickford; la película exhibe una certera ambientación que hará las delicias de los amantes del séptimo arte, alguno de los cuales podrá ver sin duda un precedente en "Singin' in the Rain"("Cantando bajo la lluvia").

"The artist"tiene perro-actor, tiene del lado estadounidense a John Goodman ("Roseanne") y a James Cromwell ("L.A. Confidential") y se cierra con un número de baile que los protagonistas repitieron 17 veces para hacer más que originalmente creíble un claqué con evidentes referencias a Gene Kelly.