La recuperación económica

La exigencia del déficit por Juan Roldan

La Razón
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Los ciudadanos neerlandeses van a estrenar nuevo Gobierno de coalición sin la amenaza que ha representado en las últimas elecciones la presencia de un partido xenófobo dirigido por Geert Wilders, que fue el triunfador real en las elecciones de 2010, pero que por su antieuropeísmo y su oposición al euro consiguió acabar con el Gobierno que presidía el liberal Mark Rutte dos años después.

En las elecciones anticipadas del pasado 12 de septiembre y prácticamente con un empate en escaños, los liberales y los socialdemócratas van a gobernar en coalición a partir de ahora. No se sabe cuánto van a durar porque los holandeses no son nada partidarios de los recortes de gasto público que se anuncian tanto por Rutte como por el líder socialdemócrata, Diederik Samsom.

Holanda como el resto de los países de la Unión Europea están sufriendo las consecuencias de la crisis económica y financiera y sus Gobiernos habían intentado hasta ahora sortear las exigencias de cumplimiento del déficit que impone Bruselas.

Uno de los problemas que tenía el anterior Ejecutivo de Rutte era cumplir con la exigencia de Bruselas de no sobrepasar el 3% de PIB de déficit público para 2013 y cuando propuso hacer recortes de 12.000 millones de euros fue cuando cayó su Gobierno por la negativa de Wilders de seguir apoyándolo.

Después de las elecciones del pasado septiembre, parece que Rutte ha conseguido reunir esos 12.000 millones y con su socio socialdemócrata ha pactado añadir otros 16.000 millones para cumplir con el déficit del 3% previsto para 2017. Entre las propuestas anunciadas ayer para conseguir esa cifra está la rebaja de las ayudas a las hipotecas y otras reducciones en las prestaciones por desempleo que siempre han contado con la negativa frontal de los ciudadanos holandeses y que hasta ahora ningún Gobierno se había atrevido a tocar.
Países Bajos, un Estado rico en recursos y comercio, está sufriendo como consecuencia de la crisis económica y financiera la pérdida de las dos fuentes de ingresos que tenía anteriormente: los puertos de Ámsterdam y Rotterdam.