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Primera acometida del Gobierno por Santiago Carbó
Primer Consejo de Ministros del nuevo Gobierno a la vista y lo primero que uno piensa es que los milagros no existen y las medidas que a partir de ahora se van a tomar no son ni pueden ser agradables. Como ya se ha anunciado, se va a aprobar un decreto de medidas urgentes, un primer conjunto de decisiones encaminadas prioritariamente a cumplir los objetivos presupuestarios para 2012.
De partida, como no puede ser de otro modo, se producirá la prórroga de los presupuestos, lo que, entre otras cosas, supone que los sueldos de los funcionarios probablemente seguirán congelados.
Además, se aprobará la revalorización de todas las pensiones, lo que supone un compromiso social importante pero añade también un reto presupuestario adicional. También, en el empleo público parece que se confirma una tasa de reposición cero, salvo en casos excepcionales como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los Servicios Sociales básicos.
Se mascan, por lo tanto, sacrificios en las administraciones públicas, algo que se antoja inevitable, como también lo será incrementar su eficiencia y, lo que es más complicado, establecer un sistema de incentivos basado en la productividad.
Se adivinan recortes ministeriales que afectarán a ámbitos importantes. Para un Gobierno que cuenta con un amplio respaldo, estos recortes serán una primera señal de un largo periodo de necesaria austeridad. Y aunque se haya marcado como intención no incrementar la carga impositiva, será muy difícil que la presión fiscal no se eleve porque, de otro modo, el puzle presupuestario será muy complicado de componer en una economía sin crecimiento y abocada, como ha asumido también Luis de Guindos, a la recesión.
Y es la asunción del escenario macroeconómico la que, con las dosis de gestión necesarias, debe reconducir los recursos hacia el estímulo de la competitividad empresarial.
Para ello, se aproxima, más allá de este Consejo de Ministros, una reforma laboral ambiciosa cuyos efectos no serán inmediatos pero cuya señalización para el empresariado –que también debe hacer sus esfuerzos– y para los inversores puede ser muy importante.
Y también más allá del Consejo de Ministros, seguirá el gran reto de corto plazo, el saneamiento y la reestructuración bancaria pendientes, con innegables costes pero con la presión, urgencia y necesidad de la financiación crediticia que España precisa para crecer.
Todo a su tiempo porque un primer Consejo de Ministros no da para tanto. Nos pueden las ganas.
Santiago Carbó
Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada
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