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Las fiestas de la gula por José Antonio VERA
Hemos entrado de lleno en las fiestas de la gula, en la carrera por ponerte hasta las patas de patas de cangrejo y de centolla, de gambas y langostinos, de almejas y percebes, de carnes y embutidos, de pescados y todo lo que se nos ponga a mano. En fin, una exageración.
La Navidad es estupenda pero es una exageración desde el punto de vista gastronómico. Las comidas de estas fiestas son inhumanas. Porque no sólo son comidas, sino copetines y copas y vinos y champán, polvorones y roscos y roscones, jamones pata negra y embutidos en general. Y además se come mal y caro. Los restaurantes hacen el agosto en pleno invierno. Igual que los grandes almacenes y los supermercados y los hipermercados. Vas a comer y te encuentras una cola de doscientos. Vas a cenar y no entras en el restaurante sino a empujones. Vas a tomar algo y todo está de bote en bote, humos por aquí, gritos por allí, copazos y jaleo. A las comidas y cenas de empresa les siguen las comidas y cenas de amigos, y las comidas y cenas familiares. Y así resulta que entramos en el nuevo año bien cargaditos de calorías y porquerías. De turrones y de alcoholes.
Los excesos nunca son buenos y siempre terminan pasando factura. Unas veces en forma de ácido úrico, otras como colesterol, otras como obesidad. Y en Navidad cometemos todo tipo de excesos. Tantos que dicen las estadísticas que los españoles consumimos en dos banquetes navideños más calorías que en una semana entera de cualquier mes del año. No entiendo muy bien por qué, pero resulta que en estos días establecemos una especie de carrera por ver quién come y bebe más. Hasta que viene el mazazo: las intoxicaciones etílicas, las urgencias hospitalarias, que en estas fechas aumentan entre un 20 y un 25 por ciento. Con el agravante de que no se trata de tonterías.
El consumo excesivo de alcohol puede derivar en un cuadro grave e incluso mortal, ya que no sólo afecta al hígado, como habitualmente creemos, sino también al páncreas y el cerebro. El coma etílico y la pancreatitis aguda alcohólica son dolencias muy severas. También la esteatosis hepática o hígado graso, o la hepatitis alcohólica grave, que se dan por el consumo excesivo de alcohol. Porque el hígado es uno de los órganos que más se resienten por las saturaciones de estas fechas. Por el alcohol, pero también por las comilonas, por la abundancia de grasas y azúcares, por los excesos en general. El hígado, desde luego, aunque también el estómago, el intestino delgado, el colon y el cerebro.
Por eso es importante respetar ciertas reglas. Hay que beber con moderación y hacerlo despacio, y siempre junto con alimentos. Hay que evitar comer demasiado. Comer de cada plato la mitad. Quedarse con hambre.
La Navidad es muy bonita, ciertamente, pero a ver si pasa pronto y volvemos a la dieta de la alcachofa y de la acelga. Ummm, cuanto las echo de menos.
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