Murcia
Un héroe frente al caos
Antonio García no se imaginaba que cuando se despertó el miércoles por la mañana, al finalizar el día se convertiría en uno de los héroes que protagonizaría una de las acciones más solidarias que el ser humano puede realizar: salvar a una madre y sus dos hijos del derrumbe de un edificio. Todo comenzó tras el segundo terremoto de 5,1 grados, que asoló el municipio murciano de Lorca a las 18:47 horas.
Fue entonces cuando García, junto a su familia, salió a la calle para huir de las consecuencias devastadoras de posibles caídas de escombros. En esos instantes, su intuición le llevó a prestar atención al edificio aledaño al suyo, el cual en pocos segundos se desplomó y entre los escombros vislumbró el cuerpo de una mujer que estaba semienterrada. Con sus propias manos, corrió hacia el lugar para intentar socorrer a la mujer. Al lograr sacarla se percató de que junto a ella se encontraban dos niños que también fueron desenterrados.
«No sabía ni por donde metía las manos para sacar los escombros, vi que los niños tenían heridas en la cabeza y en las manos y sangraban, pero gracias a Dios, los pudimos rescatar», relató García. Una máquina excavadora recogía los escombros del edificio siniestrado, mientras García recordaba esta bonita historia. De igual forma, poco a poco los ciudadanos de Lorca van asimilando el trágico suceso acontecido en la tarde del pasado miércoles cuando la tierra rugió y dejó a miles de personas sin un lugar donde vivir.
Más de 25.000 vecinos durmieron la pasada noche al raso. Es el caso de Francisco Bastida, que después de haber visto cómo el terremoto desoló la ciudad y que se llevó por delante «toda su vida» pasó la noche deambulando por las calles de una ciudad devastada donde los temblores del suelo destrozaron su vivienda y su vehículo. «Oí una explosión, como si fuera una bomba, y de repente el techo se hundió sobre mi casa», declaró Francisco con una melancólica sonrisa en su cara ayer a este periódico.
Sin ropa ni dinero
Este vecino espera ahora a que las autoridades le den permiso para entrar en su vivienda, porque según manifestó, «no tengo ropa ni dinero y ningún sitio donde ir». Pero es difícil que Francisco pueda volver a habitarla, ya que se encuentra totalmente destruida, con un techo y una fachada inexistente y cuyos escombros cayeron encima del coche que tenía aparcado enfrente de su casa. Pero este hombre no pierde nunca la sonrisa al detallar lo sucedido, porque según afirmó, «yo estoy vivo para contarlo».
Pero su vivienda no es la única que ha sufrido destrozos. El ochenta por ciento de los edificios de la ciudad resultaron dañados, según datos ofrecidos por el Ayuntamiento de Lorca. Prácticamente la totalidad de las viviendas con que cuenta el casco urbano del municipio sufrieron desperfectos. Además de la imagen que presenta la ciudad, prácticamente destrozada, está la de la mayoría de los ciudadanos lorquinos, que ayer durante toda la jornada continuaban sin saber dónde pasarán los próximos días.
Niños, jóvenes, familias y mayores, pero sobre todo, inmigrantes, se amontonaron sobre el asfalto entre mantas y sacos de dormir para resguardarse de las posibles réplicas. Cinco campamentos repartidos por diferentes zonas de la localidad se instalaron en la ciudad para acoger a los miles de vecinos pendientes de que las autoridades les permitan volver a casa.
6.000 personas alojadas en campamentos
«Mi padre tiene que estar conectado a un tubo de oxígeno porque no puede respirar. Así que cuando le vemos apurado le llevamos a la caravana de la Cruz Roja», dice Francisco, envuelto en una manta. Él y su familia, como otras muchas, llevan desde la tarde del miércoles en el Recinto Ferial de Lorca. Desde que el terremoto asoló el municipio de Murcia, se calculan que unas 20.000 personas han tenido que desalojar sus casas, de las que 6.000 se apiñan en los campamentos improvisados que se han dispuesto en varios puntos de la ciudad, informa Aurora García Mateache.
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