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Nazareno de San Nicolás por Rafael PERALTA REVUELTA

La Razón
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El pasado miércoles, con la ceniza en nuestras frentes, estalló la Cuaresma por las calles de nuestra ciudad. Es tiempo de capirotes, de escaparates y torrijas. El azahar se adelanta como presagio de una nueva Semana Santa. Los cultos se suceden en estas tardes cuaresmales. El Cristo de la Salvación visitó la Hermandad de Montserrat, conmemorando el bonito gesto que hace cuatro décadas tuvieron los costaleros del Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón con la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura. Muy cerca de la ciudad, Itálica se llenó de luz con el vía crucis del Aljarafe, en un recorrido que se está convirtiendo en un acto de gran atractivo para numerosos devotos y cofrades. Nuestro Padre Jesús de las Penas y la Virgen de la Estrella se trasladaron ya hasta Santa Ana, catedral del arrabal trianero. Una infinidad de cultos tienen lugar, simultáneamente, en iglesias y hermandades. Pero será hoy, cuando el cielo se vista de azul y plata por San Nicolás de Bari, cuando el Cristo de la Salud presida el tradicional Vía Crucis del Consejo de Hermandades y Cofradías. Salud en la ropa tallada del Señor, sobre las andas que esta tarde portarán las hermandades del Martes Santo. Salud y rezo en las cruces de guía de las hermandades de Los Estudiantes, La Amargura, El Calvario, Vera-Cruz, La Mortaja, Santo Entierro, El Baratillo, La Hiniesta, El Buen Fin, San Esteban, Divino Perdón y Pasión y Muerte. Gozo y alegría, en su nonagésimo aniversario de su primera estación de penitencia a la Catedral, cuando el Cristo de la Candelaria se adentre en el Sagrario para rendir pleitesía a la Virgen de los Reyes. Porque el divino infante, con sus zapatitos, un día se convirtió en Dios y Hombre para ser nazareno eterno por los celestiales jardines de Sevilla.