Noruega

El mensaje por Agustín de Grado

La Razón
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Paradoja de esta crisis descomunal. Sólo saldremos de ella con más esfuerzo, trabajo duro y austeridad. Precisamente, aquellos valores que arrinconamos durante tantos años de prosperidad que creímos sin límite; los que dejamos de lado para disfrutar sin reparos de un bienestar que ahora se nos escapa como el agua de las manos. Y tarea colosal la del Gobierno: aplicar como remedio políticas de sacrificio a una sociedad afectada por lo que Wert ha denominado «el síndrome estatal asistencialista». Casi ocho de cada diez españoles están convencidos de que el Estado es responsable del bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos. Y lo creen tanto los votantes del PSOE como los del PP. Mal asunto. Ni en los paraísos de la socialdemocracia, como Suecia o Noruega, el porcentaje de confianza estatista alcanza estos niveles. Así es la España que hemos construido, donde todo nos es debido y nada obligado. Ya puede el Gobierno aplicar los ajustes precisos. Su mayoría política no le bastará si además no persuade a los españoles del beneficio futuro. La crisis nos empuja a una transformación cultural, nos resistamos o no. Volveremos a descubrir cosas que nunca debimos olvidar: nada es gratis y la austeridad es un valor aún en tiempos de bonanza porque el despilfarro siempre termina pagándose. A Rajoy no sólo le toca gestionar un problema económico. Debe liderar una sociedad obligada al cambio. Por eso se equivoca cuando acompaña cada reforma con un lamento («No nos gusta hacerlo, pero no queda otro remedio»). El mensaje es justo el contrario. Más difícil y menos popular, por supuesto; pero el único que nos permitirá ser dueños de nuestro destino.