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Mas cumple un año de ajustes
BARCELONA- Artur Mas quiso ser el president del Estatut, pero se quedó a las puertas en 2003. Luego, en 2006, intentó ser el president que debía defender y desarrollar el texto autonómico, pero tampoco lo consiguió. A la tercera, en 2010, Mas logró convertirse en Molt Honorable. Su sueño es pasar a la historia como el hombre que logró para Cataluña un pacto fiscal similar al del País Vasco, pero, un año después de tomar posesión del cargo, parece más probable que se le recuerde como el president que vivió las mayores estrecheces económicas y acometió los mayores recortes de la democracia. El martes se cumple un año del día en que Artur Mas tomó posesión. Desde aquel momento, el president y los consellers han intentado hacer «más con menos» y, a menudo, no lo han conseguido.
LOS RECORTES
La obsesión del Govern de CiU por disminuir el déficit ha conllevado las mayores restricciones económicas de los últimos 30 años. Desde 2010, el departamento de Salud ha perdido 1.052,7 millones de euros de presupuesto. Enseñanza, por su parte, ha tenido que prescindir de 626,8 millones, y Bienestar Social y Familia de 212,5 millones. «Hemos tocado hueso», ha llegado a decir el propio Mas para explicar el alcance de la reducción. Las consecuencias han sido inevitables. Las más visibles, probablemente, que las listas de espera han aumentado (ahora la media para ser operado es de ocho meses) y que la sexta hora escolar ha desaparecido en la mayoría de centros.
LAS PROTESTAS
Cada tijeretazo ha venido aparejado de una protesta. Hay muchos colectivos a la greña, pero casi todos pertenecen al sector público. Médicos, enfermeras, abogados del turno de oficio, maestros e incluso los mossos han manifestado su disconformidad con los famosos recortes. Los 230.000 trabajadores públicos de la administración catalana se sienten en el punto de mira constante del Govern. Sus sueldos van a experimentar nuevas rebajas y sus pagas comienzan a llegar con retraso. El porqué hay que buscarlo en las tensiones de tesorería de la Generalitat. Su situación ahora es «dramática», en definición del conseller de Economía, Andreu Mas-Colell.
EL AVANCE DEL PARO
Los esfuerzos para garantizar unas finanzas sostenibles han sido muy importantes, sin duda, pero se han revelado inútiles para crear empleo. Hace un año, había 526.673 desempleados, hoy los parados son 615.669. Probablemente, la incapacidad crónica para paliar este problema sumada a los severos ajustes explican que ahora, por primera vez, los catalanes suspenden la gestión del Govern de CiU, según las propias encuestas que elabora el Centro de Estudios de la Generalitat.
PULSO CON MADRID
El primer año de Mas también ha dejado un rastro inacabable de confrontaciones con el Gobierno, especialmente a cuenta de las transferencias que no han llegado a Cataluña (el fondo de competitividad, unos 1.450 millones de euros, y la disposición adicional tercera del Estatut, 759 millones). La llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa abre una nueva etapa que tampoco será sencilla, no sólo por el pago de estas cantidades (CiU es optimista porque ha sido lo ha dejado entrever el PP), sino porque, a buen seguro, encontrará las puertas cerradas para reivindicar el nuevo pacto fiscal.
SOBERANISMO
De hecho, la negativa del PP a negociar un concierto económico para Cataluña –el modelo se tiene que revisar en 2013– puede desatar la agenda soberanista del Govern. Hasta ahora, Mas se ha limitado a practicar el soberanismo verbal con alguna concesión –hecha sin cámaras de por medio– como votar a favor de la independencia en una consulta de Barcelona. Tiene en el cajón una ley de consultas populares y amenaza con convocar a los catalanes a las urnas para que la reivindicación de un pacto fiscal sea un clamor popular y no sólo un proyecto en su agenda.
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