Londres

La corta pero intensa amistad entre Paul Klee y Franz Marc

Eran artistas de temperamentos muy distintos y divergían claramente en muchas cosas, como en su actitud hacia la guerra, pero el alemán Franz Marc (1880-1916) y el suizo Paul Klee (1879-1940) mantuvieron una tan corta como intensa amistad, según documenta un libro de reciente publicación.

"Franz Marc Paul Klee: Dialog in Bildern"(Diálogo en Cuadros) se titula la obra, de 253 páginas y profusamente ilustrada, que ha publicado la editorial Nimbus con motivo de la exposición itinerante con ese mismo título cuya última etapa ha sido la Fundación Paul Klee, de Berna, museo de visita imprescindible para quien se interese por la ingente obra de ese artista inclasificable.


La amistad duró apenas cuatro años y se vio truncada cuando Marc, apenas un par de meses más joven que su colega, cayó con sólo 36 años en el frente de Verdún (Francia), alcanzado por una granada justo un día antes de que fueran a desmilitarizarle. Marc fue así víctima de la guerra, fenómeno que repugnaba a Klee, pacifista hasta la médula, pero en el que su colega muniqués, como muchos otros espíritus inquietos de su tiempo, había visto una forma de purificar una Europa viciada por el materialismo.


De la profunda amistad entre ambos da fe, entre muchas otras cosas, el hecho de que después de que un incendio destruyese en 1917 en dos terceras partes de su superficie uno de los cuadros icónicos de Marc, el titulado "Tierschicksale"(Destinos animales), Klee se tomase la molestia de restaurarlo cuidadosamente, utilizando la técnica del amigo caído.
Ambos se habían conocido en 1912 durante los preparativos del primero para una exposición del grupo "El Jinete Azul", fundado por Kandinsky y el propio Marc, quien descubrió rápidamente el genio de su nuevo amigo y trató de ayudarle, introduciéndole en los círculos artísticos.


Klee estaba representado en aquella exposición solo con obra gráfica, pero el contacto con aquel grupo, del que formaría también parte otro mago del color, Robert Delauney, iba a ejercer una fuerte influencia sobre el suizo, que hasta aquel momento se había contentado con los dibujos en blanco y negro.


Los años de amistad entre Klee y Marc corresponden a un importante período creativo de ambos artistas, que experimentaron no sólo con el color, siempre simbólico en ambos, sino también con toda suerte de formas abstractas y orgánicas. Datan de entonces muchos de los cuadros de animales que han hecho la fama de Marc y en los que se da una feliz fusión de representación figurativa y abstracción, cuadros que testimonian de un espíritu panteísta alejado del enfoque más analítico y escéptico de Klee. A través de la pintura, Marc trataba de descubrir las fuerzas interiores que animan la naturaleza y en especial los animales, que tenía por criaturas más hermosas y espirituales que el hombre y que, según el mismo escribió en una ocasión, hacían aflorar en él lo mejor de sí mismo.


Entre los proyectos en los que colaboraron Marc y Klee figura una biblia ilustrada en la que también trabajaron otros conocidos artistas de vanguardia como Kandinsky y los expresionistas Oskar Kokoschka, Erich Heckel o Alfred Kubin. El libro documenta también el intenso flujo epistolar entre ambos: cartas en una primera etapa y más tarde, a partir de 1913, tarjetas postales ilustradas por cada uno de ellos en su distintivo estilo y que sus respectivas esposas completaban con mensajes que cada una dirigía a la otra.


Marc utiliza, como muchos expresionistas, el pequeño formato de la tarjeta postal para experimentar con abstracciones y motivos animales de vivo colorido mientras que Klee responde con dibujos rápidos y nerviosos, que parecen en muchos casos simples garabatos infantiles.