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Un marine renegado mata a 16 civiles afganos casa por casa
NUEVA YORK- El ataque empezó hacia las dos de la madrugada en dos aldeas afganas, Balandi y Alkozai, en Panjwai, a medio kilómetro de la base estadounidense de Zangabad. Se trata de un suburbio rural de Kandahar, territorio tradicional de los talibanes, donde las fuerzas de la coalición han luchado durante años. Tal y como explicó un vecino de Alkozai a Associated Press, «ocurrió en mitad de la noche.
Estábamos en nuestras casas. Escuché los disparos y entonces, silencio», recordó Abdul Baqi sobre la muerte de 16 personas, supuestamente asesinadas por un soldado estadounidense ebrio presa de una crisis nerviosa, según fuentes castrenses. Pese a la información oficial, algunos testigos sostienen que varios marines norteamericanos participaron en la matanza.
Once de los fallecidos formaban parte de la misma familia. Entre los muertos, hay nueve niños y tres mujeres. El padre de uno de los menores relató a la agencia Reuters cómo el marine reunió los cuerpos de los fallecidos y los prendió fuego para evitar dejar pruebas. Por su parte, un fotógrafo de la Ap aseguró que vio quince cuerpos, algunos de los cuales estaban quemados, y otros, cubiertos con mantas. Un trapo no logró tapar el de un niño que estaba en la parte de atrás de un pequeño autobús. Tenía sangre seca en la cara. Llevaba unos pantalones muy grandes que estaban quemados y dejaban ver una pierna abrasada por el fuego.
El portavoz de la ISAF, la misión de la OTAN en Afganistán, explicó que todo lo que saben es que el soldado salió de la base y que volvió a ella después del incidente. «Posteriormente, fue detenido y se ha abierto una investigación».
Tras conocer el trágico suceso, el presidente de EE UU, Barack Obama, se apresuró ayer a manifestar en un comunicado su más enérgica condena. «Estoy profundamente apenado por las informaciones de las muertes y heridos de civiles afganos. [Quiero transmitir] mi más sincero pésame a las familias y seres queridos de aquellos que han perdido sus vidas, y al pueblo de Afganistán, que ha soportado tanta violencia y sufrimiento».
Según el presidente afgano, Hamid Karzai, que solicitó una explicación inmediata de Washington, «esto ha sido un asesinato. Un acto intencionado que no se va a perdonar». Karzai recibió una llamada telefónica de Obama para intentar calmar los ánimos de las autoridades afganas, aún molestas por la quema de coranes en la base militar de Bragram en febrero pasado.
«Este incidente es trágico y horroroso, y no representa el carácter excepcional de nuestros militares y el respeto que Estados Unidos tiene por la gente de Afganistán. Respaldo de forma total el compromiso del secretario [de Defensa] Panetta y el general [de la OTAN de la misión en Afganistán] Allen para averiguar lo ocurrido lo antes posible y que los responsables rindan cuentas», aseguró el presidente Obama.
El líder estadounidense también está pendiente de cómo va a afectar lo sucedido ayer a las conversaciones con los talibanes. Precisamente, el viernes se informó de que Estados Unidos y Afganistán habían llegado a un acuerdo para trasladar a cinco detenidos de la base naval de Guantánamo en Cuba, un movimiento que forma parte de la estrategia de Washington para preparar la salida del país asiático, prevista para finales de 2014.
Otro error tras la «ira de los coranes»
Lo sucedido ayer aumentará la tensión después de que hace unas semanas se quemasen en la base de Bagram varios coranes y otros objetos religiosos. El incidente provocó varias manifestaciones y ataques en todo el país, que terminaron con la muerte de 30 civiles y 6 marines.
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