Nueva York
Diallo: «Quiero que DSK vaya a la cárcel»
Lo más importante para Nafissatou Diallo, de 32 años, es su trabajo en el hotel Sofitel de Manhattan. Es lo que más claro ha quedado después de las entrevistas que ha concedido en exclusiva a la revista «Newsweek» y la cadena de televisión ABC.
Diallo rompió su silencio una semana antes de la próxima vista de su presunto agresor Dominique Strauss-Kahn ante el juez. Según la guineana, ha decido hablar para que se sepa la verdad. Está enfadada porque «me llaman prostituta por él. Nunca nadie me ha dicho antes eso», explica durante las tres horas que se prolongó la entrevista en las oficinas de su abogado. «Nafi», que es como le llaman sus amigos, afirma claramente que quiere «que (Strauss-Kahn) vaya a la cárcel». Aparecer ante las cámaras podría perjudicarle en el caso, en el que la Fiscalía todavía sopesa si seguir adelante o retirar los cargos contra el ex director del Fondo Monetario Internacional. Desde que se presentaron los cargos, el abogado de la joven, Kenneth Thompson, ha criticado a la acusación por «no tratar con respeto a mi cliente». Incluso Thompson, que ha pedido que el jefe de los fiscales Cyrus Vance Jr. se retire del caso, ha anunciado que podría presentar una denuncia civil por su parte.
Según relata Diallo, le dijeron que la habitación 2806, donde se alojó el aspirante al Elíseo, estaba vacía. Y por eso entró. El sábado 14 de mayo, el día del presunto ataque, hizo lo de siempre: «¿Hola? Servicio de habitaciones», advirtió. Pero nadie contestó. Un hombre desnudo con pelo blanco apareció de la nada. Nafi asegura que dijo: «Oh, Dios mío. Lo siento». Y se intentó ir. Pero Strauss-Kahn le respondió: «No tienes que sentir nada». Y relata que le cogió el pecho y dio un portazo a la puerta. Según la joven, el francés apuntó: «Eres preciosa». Y ella suplicó: «Señor, por favor, pare. No quiero perder mi trabajo». Pero recuerda que DSK indicó: «No lo vas a perder». La joven, que no sabe escribir ni leer en ningún idioma, continúa su relato: «Me tira a la cama. Intentó ponerme su pene en la boca. Le empujé y me levanté. Le quería dar miedo. Y le dije: ‘‘Mire, ahí está mi supervisor''». Pero DSK responde que no hay nadie.
La joven de pelo liso, corpulenta y con marcas de acné en la cara indica al periodista que no quiso hacerle daño porque no quería perder su trabajo. Y entonces le detalla cómo Strauss-Kahn le obligó a practicarle sexo oral. Después, «me levanté. Y escupí. Me fui. No me di la vuelta. Me fui al pasillo. Estaba nerviosa y asustada. No quería perder mi trabajo», repite.
Diallo admite que más tarde en una esquina se intentó recomponer cerca de la zona de servicio. Fue cuando vio a Strauss-Kahn salir de la habitación. «No sé cómo se vistió tan rápido. Me miró y no dijo nada». Aquí es cuando se produce una de las inconsistencias del caso porque en su declaración a la Policía Nafissatou indicó que sí hizo comentarios. Es precisamente esto lo que hace dudar a la Fiscalía.
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