Cataluña
Un señor de Barcelona
El que esto escribe tiene la dicha en ocasiones de entrevistar a gente que vale la pena, que tiene algo que decir, que ha construido una obra que merece la pena ser recordada. En este grupo se encuentra Oriol Regàs, el promotor de la modernización de la Barcelona del último franquismo. Regàs se fue la semana pasada con la misma modestia con la que ha vivido, sin querer hacer ruido.
Hace ahora casi un año, Regàs presentaba sus esperadas memorias. No decepcionan porque están escritas desde la honestidad, solamente con la intención de fijar hechos y vivencias que forman parte del imaginario de la ciudad. «Los años divinos» es un libro imprescindible, una crónica viva de una etapa irrepetible contada por una voz única.
Regàs tiene muchos méritos tras de sí. Me parece que el más destacado es el de querer modernizar Barcelona en particular y Cataluña en general con aquello que Joan de Sagarra definió como «gauche divine». Sería insensato por mi parte citar nombres. Todos sabemos quién pasó por Bocaccio, la gran obra de Regàs. En un país como el nuestro, donde se ha intentado arreglar el mundo desde la barra de un bar, pasamos de lo tabernario a los cócteles con clase. Y se hizo bien: los frutos de todo aquello se extendieron hasta los autores del «boom» latinoamericano por estos lares.
Conviene no olvidar a Regàs y su legado, todo un señor de Barcelona que supo lo que se hacía. Cuando le entrevisté, me enseñó una dedicatoria que le hizo Dalí afirmando que era uno de los pocos catalanes que valían la pena. Cierto.
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