Actualidad
España inaplazable puesta a punto por Rocío Albert
Fijar el objetivo del déficit en el 5,8% confirma que Rajoy desea seguir con la política de reformas y de austeridad en momentos muy difíciles
Esta semana he ido a ver la bella y oscarizada película «The Artist», que, independientemente de su ausencia de sonido y su falta de tecnicolor, cuenta una historia de rabiosa actualidad: la diferente velocidad con la que nos adaptamos a los cambios radicales. Creo que es una metáfora perfecta para explicar lo que muchos economistas pensamos sobre el objetivo del cumplimiento del déficit por parte de nuestro país. Yo desearía con todas mis fuerzas que España fuera como la joven actriz que se amolda –como si fuera su segunda piel– al cine sonoro y así poder cumplir con facilidad con el límite del déficit marcado por Bruselas. Pero, lamentablemente, nuestra patria se parece más al protagonista masculino, que lleva sobre sus hombros la pesada carga del pasado. Y es que nuestro bendito país ha recibido una de las peores herencias económicas desde que disfrutamos de nuestra democracia. Un déficit del 8,51por ciento –después de haber estado en el 11,1%–; una tasa de paro del 23% –que alcanza casi el 50% para los jóvenes–; la Seguridad Social de nuevo en déficit; y, lo más preocupante, una economía estancada camino de otra dura recesión. Si a todo esto se añade una deuda que se ha duplicado en los últimos cuatro años, la triste conclusión es que nuestro país carece de la fortaleza y flexibilidad necesarias para poder acometer, en un solo ejercicio, toda la adaptación que se nos requiere desde Europa. Por ello, sin ser deseable una desviación del objetivo marcado para el presente año, la gravedad de la situación y el tiempo necesario para que las reformas acometidas –y las que están por llegar– tengan efecto pueden llevar a que nos planteemos la posibilidad de un «second best», admitiendo el incumplimiento del límite marcado en aras a la consecución del objetivo fijado para el 2013.
Ahora bien, España, igual que «The Artist», no puede aferrarse eternamente a su pasado si quiere seguir respirando. De hecho, aunque no quiero desvelar el final de la película, el protagonista acaba encontrando la forma de sobrevivir. Nuestro Gobierno tiene que ser consciente de que la austeridad y las reformas deben ser los ejes fundamentales sobre los que cimentar las bases para la recuperación del crecimiento económico y en todo ello el tiempo juega en su contra. El 2011 fue un año perdido –por las elecciones– en el cual no se acometió ninguna reforma, y lo cierto es que a día de hoy no se pueden permitir más retrasos. Cada día dilapidado aumenta la posibilidad de nuevos incumplimientos en el futuro. Por ello, ahora más que nunca, es crucial el manejo de los tiempos. Si queremos comprar más tiempo a su dueño, Bruselas, es necesario que los tan «anhelados Presupuestos» no se hagan esperar más, especialmente si tenemos en cuenta la necesidad de ganar confianza ante los mercados y ante Europa. Tenemos nuestra particular espada de Damocles que poco entiende –y menos aún le interesan– las cuestiones internas del país, máxime cuando España vive en un estado de elecciones permanente; por tanto, no hay un minuto más que malgastar.
Es de justicia reconocer que ya se han iniciado importantes reformas, injustificadamente postergadas por el Gobierno anterior, como la laboral o la financiera, que sientan las bases para recobrar la senda del crecimiento. Pero, de igual manera, es absolutamente imprescindible que se acometan también las reformas que supongan cambios fundamentales en la normativa básica estatal que permitan ahorrar a las comunidades autónomas. No se debe olvidar que son las regiones las que soportan la mayor parte del gasto social. De ahí que se deban facilitar los instrumentos que permitan consolidar la reducción su gasto público para se produzca el impulso de la actividad y el empleo que nuestro país tanto necesita.
Una última revelación: el protagonista de esta gran película casi muere, mejor dicho, casi se suicida, pero el tiempo en este caso juega a su favor y el destino hace que sea rescatado. No dejemos que nuestro país muera y mucho menos se suicide. Es el momento de instrumentar todos los mecanismos posibles para que España se adapte a los nuevos tiempos y vuelva a ser un país de primera, capaz de bailar como el mejor...
Rocío Albert
Profesora de Economía de la Universidad Complutense
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