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La prohibición

La Razón
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A ño nuevo, conflictos añejos. No, no es por las peleas entre Helen «Lee Curtis» y Harry «Schwarzenegger», felices por encima de sus disensiones; es por la «prohibición», ese empeño de la Liga de Fútbol Irracional en impedir que las radios transmitan partidos en los campos si no pasan por taquilla. Pero el oyente no pierde ripio ni por la mafia del otro lado de las ondas. Mercado negro; Al Capone, Luciano, Genovese... Helen, siempre perspicaz, seguidora fiel del Radioestadio de Onda Cero, no aprecia la diferencia por la «ley seca» impuesta por la LFP: «¿Qué ha cambiado?, nada. Están los ‘‘javieres'' (Ares y Taboada), los narradores, los comentaristas, el sonido ambiente… ‘‘Veo'' los partidos en el coche y me encanta Ángel Cappa». Mueca de Harry, los celos le consumen. «No seas bobo, cariño, me gusta lo que dice y cómo lo dice. Fíjate cómo define a Kaká: ‘‘El solista''. Qué razón tiene ¿verdad?». Lo ha clavado, aunque si Kaká es el solista, ¿qué es Cristiano Ronaldo? Su marido se relaja, prosigue: «Al referirse al juego que practican los indiscutibles representantes de la Liga bipolar, dice que por su fútbol el Barça baila y el Madrid aplasta. ¿No es un amor?». Tercia Harry, con socarronería: «¿Y cómo cataloga a Ronaldo, mi vida?». Pausa larga: «Creo que no le comprende». ¿Quién entiende a Cristiano? Ha tirado 107 faltas en dos temporadas: 27 a puerta y sólo cinco han sido goles. «No se ha atrevido a decir que Ronaldo no sabe tirar faltas y que Mourinho no tiene narices a prohibírselo…». Otra prohibición. Entre tanto, «CR» va a lo suyo, marca y no lo celebra. Conclusión, es del Granada.