País Vasco

Facta non verba por Toni Bolaño

La Razón
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El Constitucional ha dicho que Sortu es legal porque su actuación se enmarca en las reglas de la democracia. Es un paso muy importante para la normalización en el País Vasco. Puede gustar o no, pero no cabe duda de que el Estado ha dado un paso adelante. Ese paso que se reclamaba, por activa y por pasiva, desde el mundo abertzale. Ahora les toca a ellos mover pieza. Ayer Íñigo Iruín dijo que «el rechazo a la violencia» ha marcado un «punto de no retorno» y que se comprometen «aún más en este camino». Tiene razón. El no a la violencia ha sido determinante en la sentencia del Tribunal, pero el compromiso de Sortu debe concretarse. Dicho de otra manera. La izquierda abertzale debe dar un paso adelante pidiendo la disolución de ETA y la entrega de las armas. El Estado ha movido pieza. Ha dado carta de naturaleza democrática a aquellos que formaban el entorno más cercano a la banda terrorista. El Constitucional abre las puertas de la democracia a Sortu porque se desmarcó de los asesinos. Ahora Sortu debe jugar a ser demócrata. ETA ya no tiene razón de ser. Nunca la tuvo. Pero ahora no tiene sentido ni para los suyos. Patxi López pidió ayer a Sortu «que se desmarque de ETA hasta el final», que no es otro que la disolución de la banda. Sortu debe convencer a los pocos que quedan en esa tesitura para que la normalización de la vida política en Euskadi sea una realidad. El proceso iniciado es irreversible. Doloroso, pero necesario. No se puede olvidar –ni queremos– a las víctimas, pero hay que mirar adelante. Interior está tirando del carro organizando encuentros entre víctimas y verdugos. Muchas víctimas se niegan a reconocer estos esfuerzos y claman contra el nuevo escenario. Sin embargo, no hay otro camino para reestructurar la convivencia en el futuro. Hay que acabar con el sufrimiento del pasado para garantizar a las generaciones futuras un país en paz y en convivencia democrática. Sortu ahora debe actuar. Ayer habló. Pero necesitamos hechos, no palabras. Ya lo decían los romanos: «Facta, non verba». Ya tienen el gesto del Estado. Se acabó la verborrea y las excusas.