Cataluña

Comprensión con Cataluña

La Razón
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La deuda catalana, que asciende a 42.000 millones de euros y es la más alta de las autonomías, comparte un origen común con las del resto de España, pero también tiene características propias. Nos es común la devastadora herencia del Tripartito y el grave error de diagnóstico de los gobiernos socialistas sobre la amplitud de la crisis que se estaba gestando y que se nos venía encima. Poco hay que añadir sobre ese asunto. El despilfarro no ha sido patrimonio de una sola comunidad autónoma y el Gobierno que preside Artur Mas se ha quedado sin margen de maniobra ante unas cuentas públicas que tienen que afrontar en los próximos cuatro meses unos vencimientos de préstamos de casi seis mil millones de euros. Hay, sin embargo, un elemento diferenciador en la crisis catalana que sin duda ha contribuido a exacerbar los problemas económicos: el desgaste de una política identitaria, con guiños soberanistas, que no podía acabar más que como un lastre para el desarrollo de Cataluña. En estos días de tragedia forestal se ha recordado que las partidas de la Generalitat destinadas a la lucha contra incendios se han reducido en un 34 por ciento, mientras que el ahorro en la financiación de las ocho cadenas de televisión autonómicas y las cuatro emisoras de radio sólo ha sido del 13,3 por ciento.

Podríamos multiplicar los ejemplos, ya muy manidos, con las «embajadas» y las políticas de subvenciones culturales, pero de lo que se trata es de mirar adelante. Ayer, en una entrevista en la BBC británica, el consejero Andreu Mas-Colell decía que, en estas circunstancias, Cataluña no tiene otro banco que el Gobierno de España. No es un desdoro. Cataluña tiene que tener la seguridad de que no está sola y que puede contar con el Gobierno de España y con la solidaridad del resto de los españoles. La situación nos afecta a todos en mayor o menor medida y no hay otra forma de salir que arrimando el hombro todos a una. No es, pues, momento de reproches. Como Valencia y Murcia, Cataluña recibirá crédito del Fondo de Liquidez Autonómico en mejores condiciones que las draconianas que nos imponen los mercados internacionales. Deberá, como no podía ser de otra forma, justificar sus cuentas ante el Gobierno, puesto que es un fondo que se nutre de los impuestos de todos los españoles, lo que no es una gran novedad, ya que desde hace meses Cataluña, como el resto de las autonomías, está llevando a cabo un programa de ajustes que implica el seguimiento de las cuentas por parte del Gobierno central. Ciertamente, habrá interesados en sembrar alarmas y en hablar de rescates y pérdidas de prestigio. Será un esfuerzo baldío porque la situación de España ya es lo suficientemente grave. La Generalitat hace lo que puede hacer, exactamente igual que el resto.