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Oymiakon: Cómo viven en el pueblo más gélido del planeta

El pueblo más gélido del Planeta
El pueblo más gélido del Planetalarazon

Aunque la temperatura más baja conocida hasta ahora en el planeta se registró en la base de investigación de la Estación Vostok, en la Antártida, donde los termómetros descendieron hasta los 89 grados bajo cero, en lo que se refiere a zonas habitadas por el hombre, es Yacutia, la capital de la República de Saja, en Rusia, una de las ciudades más frías del mundo. Ha llegado a registrar -63 grados. En esta región, una de las más extensas del país, el pueblecito yacutiano de Oymiakon compite por el título de «Polo de Frío» con otras localidades siberianas de su entorno como Tomtor o Verjoyansk, un lugar donde admirar en las noches más frías las luces del norte o aurora boreal.

Oficialmente en el año 1933 se llegó a alcanzar en Oymiakon una temperatura de 67,7 grados bajo cero; sin embargo, el académico Sergei Obruchev había registrado con anterioridad, en 1926, una temperatura récord de menos 72,1 grados centígrados.

Además de las bajas temperaturas que registran en invierno, en el mes de diciembre el día sólo dura tres horas. «En mi opinión, la vida allí parece una lucha interminable entre el hombre y la naturaleza. Aquí solemos decir: la gente en el norte no vive, sobrevive». relata a este semanario Sevindzh Mustafaeva, uno de los directores de la Empresa Nacional de Turismo de Yacutia «PlanetYacutia». «Es un trabajo constante. Todo el trabajo de la casa es manual.

Construyen sus casas de madera, con troncos de alerce que mantienen muy bien la temperatura. Llevan abrigos de piel, "shuba", y gorros y botas, "unty", también de piel. Para los abrigos y las botas usan piel de reno y para los gorros, de zorro". Sin esta protección y con 50 grados bajo cero «una persona puede sufrir sabañones en 30 minutos y morir congelado en una hora», advierte Mustafaeva.

Oymiakon se encuentra aproximadamente a 683 kilómetros de la capital, Yakutsk, y a 5.563 kilómetros de Moscú. No hay tren debido a que la zona es montañosa y el suelo tiene zonas de hielo permanente o «permafrost». Las carreteras no siempre son fácilmente transitables, si no por hielo en invierno, por deshielo en verano. Además, todavía hay casas en las que sus habitantes deben salir fuera para acudir al servicio y en ocasiones hasta tienen que recurrir a dejar el coche encendido todo el día para poder volver luego a casa tras la jornada laboral sin encontrarse con que se ha congelado el carburante.

A pesar de estos y otros problemas, «sus habitantes están acostumbrados y saben cómo vivir con frío», explica a A Tu Salud Verde Sergei A. Khatylyov, del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Yacutia. También Bolot Bochkarev, periodista de Yacutia que escribe habitualmente sobre Oymiakon en su web «AskYacutia.com» nos dice: «Ellos consideran que su vida es normal aunque los occidentales lo considerarían vivir en un entorno hostil. No hay tren, no hay supermercados, no hay restaurantes ni cines. Casi nada de la vida habitual en la civilización».

El geógrafo británico y profesor de la Universidad de Oxford Nick Middleton vivió en Oymiakon cerca de un mes y describe cómo viven allí. «Nadie se quejaba del tiempo –dice-. Son más o menos autosuficientes con respecto a la comida, ya que son criadores de caballos, y agua no les falta porque tienen un río donde se abastecen. Habitualmente deben dejar encendida una hoguera cerca del tanque de combustible de sus coches para que no se congele, lo que ocurre a menos 48 grados. No recuerdo a nadie enfermo, pero el alcohol es un problema allí».
Parece que los catarros y otras enfermedades provocadas por el frío no son estrictamente los problemas de salud que más preocupan a los habitantes de Oymiakon. Según Sevindzh Mustafaeva, consumen muy pocas verduras y frutas, lo que hace que puedan desarrollar gradualmente periodontosis. Por esta misma razón, enfermedades del ojo como el glaucoma también están muy extendidas.

En cuanto a su experiencia personal Nick Middleton ha explicado a este semanario cómo tardó una semana hasta que pudo salir de la casa para ir al baño, con 52 grados bajo cero. «Siempre tenía hambre y comía carne de caballo en cada comida», recuerda. «Te acostumbras a muchas cosas si estás el tiempo suficiente. Al final de mi estancia las temperaturas subieron hasta los veinte grados bajo cero, entonces me sentí más templado, y pude salir a dar un paseo con mi abrigo desabrochado incluso», bromea.

Un sonido mágico

Pero, pese a todo ello, hay algo que a Nick le consolaba, un fenómeno físico que le cautivó. Un día, mientras volvía a casa entre la nieve con su linterna le llamó la atención un ligero sonido lejano. «Apenas se oía, pero sonaba como un suavísimo cuchicheo en la brisa, como la fina arena deslizándose duna abajo. Me detuve, contuve mi respiración y agudicé el oído para ver qué escuchaba. Nada. Ni una pizca de ruido. Respiré y volví a oírlo otra vez, un sonido mágico», explica en su libro «Going to Extremes».

Era el ruido producido al congelarse el vapor de agua que él mismo producía cuando respiraba. «Miré el cielo en una noche perfectamente clara y me encontré con una espectacular colección de estrellas. (…) Me di cuenta de que ahora podía oír el susurro continuado entre respiración y respiración», recuerda. Se trata de un fenómeno perceptible solamente en noches especialmente claras y frías, un débil y extraño sonido que los «yakutios» llaman el «susurro de las estrellas».

Así que Yacutia es algo más, de ello se hacía eco una canción en la Unión Soviética que decía: «Si te enamoras en el Norte, sabemos que es para siempre», recogida en la información que distribuye la empresa nacional de turismo rusa PlanetYacutia, que destaca también la belleza de la naturaleza virgen de esta república con una extensa superficie total de áreas protegidas donde aves y animales salvajes se pueden observar en su hábitat. Un conjunto, en muchos casos inexplorado, de montañas, ríos, lagos, tundra y taiga en el que el estilo de vida se ha mantenido en algunos rincones prácticamente sin cambios desde el siglo XVII y en el que conviven distintos pueblos.

No muy lejos de la región de Oymiakon, se encuentra en el mapamundi Ulán Bator, capital de Mongolia. Esta ciudad, enclavada entre montañas y a una altitud de 1.350 metros ha llegado a registrar temperaturas mínimas de 49 grados bajo cero, según «Worldwide extreme temperature records» de Meterology and Climate, sin embargo, la nieve no suele formar parte de su paisaje, lo que ha favorecido el desarrollo de una buena red de comunicaciones que le han permitido convertirse en el centro cultural, industrial y financiero del país.

Viajando en el mapa hacia el noroeste se encuentra otra de las ciudades con las temperaturas mínimas registradas más bajas del globo terráqueo. Se trata de Rovaniemi, en la Laponia finlandesa, con una temperatura media de 0,2 grados y, según las mismas fuentes, se han registrado hasta 47 grados bajo cero. No en vano es la residencia oficial de Papá Noel.

Y cómo no, Groenlandia. Allí se encuentra la ciudad de Nuuk, con una temperatura mínima media aproximada de menos 3 grados y 28 bajo cero como temperatura más baja registrada, según datos de Weatherbase. Y Anchorage, llamada la ciudad de las luces y las flores, en las tierras típicamente heladas de Alaska, con una temperatura mínima registrada de menos de 37 grados centígrados en enero de 1947 y de 1975, de acuerdo con la información de The Weather Channel.

En el otro extremo de la Tierra, Ushuahia, en la provincia de Tierra del Fuego, en la Patagonia argentina, es la ciudad más cercana al Polo Sur, con una temperatura media mínima registrada de menos 21 grados centígrados.

Pero es Canadá quien se lleva la palma con tres localidades entre las ciudades más frías del mundo. Iqaluit, con una temperatura mínima registrada de 30 grados bajo cero –según informa The Weather Channel– es la más fría. Tan fría que apenas los árboles se atreven a crecer en sus tierras. También destacan por sus bajas temperaturas las localidades canadienses de Yellowknife, con una temperatura mínima registrada de menos 53,9ºC, de acuerdo con «Worldwide extreme temperature records» de Meterology and Climate, o Winnipeg, la séptima ciudad más grande de Canadá, con una temperatura registrada mínima de 45 grados bajo cero según datos de «Environment Canadá».

Según la Organización Metereológica Mundial, WHOM, durante el pasado invierno boreal, entre diciembre de 2009 y febrero de 2010, se registraron condiciones climatológicas extremas en muchos sitios, con fuertes valores negativos y nevadas continuadas en Europa, Rusia, parte de América del Norte, sobre todo Estados Unidos, y Asia. Circunstancias que le hicieron «uno de los más duros inviernos de las tres últimas décadas, con un importante impacto en la vida diaria de millones de personas».

Sin embargo, Sevindzh Mustafaeva, reconoce que en Yacutia los últimos inviernos no han sido tan fríos como antes. «Este año empezó a finales de octubre y en abril las temperaturas se suavizaron, alrededor de menos 10 grados».

España también pasó frío aunque según el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, AEMET, Ángel Rivera, temperaturas tan bajas como las registradas el 17 de diciembre de 1963 en Calamocha, Teruel, con 30 grados bajo cero, o en Molina de Aragón, en Guadalajara, el 28 de enero de 1952, con 28,2 grados bajo cero, no se han vuelto a registrar en ninguna población en nuestro país. En 1971 también hizo bastante frío y localidades como Reinosa, en Cantabria, o Albacete, llegaron a menos 24 grados.

Una vida normal

David Pascual, el alcalde de Molina de Aragón, a pesar de regir una de las localidades más frías de España, asegura que todo allí es «de lo más normal del mundo» y niega rotundo que el frío –que «es relativo», asegura– les haya causado algún problema en los 35 años que lleva viviendo allí. «Aquí estamos preparados. Hay máquinas quitanieves dispuestas para trabajar las veinticuatro horas y en todas las casas hay calefacción. Sólo hace cinco o seis años, una Nochebuena que bajamos hasta los veintitantos bajo cero se congelaron varias tuberías y algunos depósitos de algunos coches», recuerda.