Sevilla

Cambio climático en primera persona

En Tanzania el mar ha avanzado unos 200 metros en los últimos 50 años; en Madagascar, los granjeros observan cómo cada vez llueve menos... Pero y ¿en España?, ¿cómo le afecta el cambio del clima a su vecino? y ¿a usted? WWF, con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, recoge en «Testigos del clima» 27 historias narradas en primera persona de ciudadanos que relatan cómo el cambio climático está reduciendo las cosechas, originándoles más gastos en consumo de agua, dejando obsoletas guías recientes de naturaleza o mariscadores que alertan de que los otoños tan secos están disminuyendo la cantidad de percebes y de mejillones

Cambio climático en primera persona
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E l aumento de las temperaturas afectará a la gestión forestal y agrícola, pudiendo llevar a plantaciones más tempranas de los cultivos. Ésa es una de las previsiones del cuarto informe del Panel de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), aunque para Julio César Vergara, director del vivero Proyecto Forestal Ibérico en Villamalea (Albacete), es ya una realidad. Allí reproducen todos los árboles de la península Ibérica y la mayoría de los arbustos mediterráneos salvo los aromáticos.

Es por eso que Vergara tiene que recorrerse prácticamente todo el país en busca de semillas para su vivero. Lo que le permite tener información de primera mano de no sólo lo que ocurre en su localidad, sino de cómo el cambio del clima está afectando al país. «El cambio climático es una evidencia incontestable.

Es algo tangible técnica y biológicamente y también económicamente», afirma sin ninguna sombra de duda. «Los inviernos más suaves (aunque no éste) –prosigue– están provocando que algunas especies como el endrino, los serbales, el sauco, etcétera, no sólo florezcan en primavera, sino que tengan una segunda floración también en otoño, en octubre o noviembre, al interpretar ese clima más suave como una segunda primavera. Esto supone para la planta un gran gasto energético y que al año siguiente no den fruto, sino que lo hagan cada dos años. En el caso del Arce de Montpellier, hace diez o doce años, daba buenas "cosechas"cada año, ahora lo hace cada cinco». Con el problema que supone a un vivero «no poder disponer de semilla anual», añade.

En un vivero, la escasez de lluvias (aunque tampoco es buen ejemplo este año) trae algún que otro quebradero de cabeza para intentar cuadrar las cuentas. «Hace 12 años regábamos desde mayo hasta otoño. Ahora, por la llegada temprana de la primavera, hay que empezar a regar en marzo hasta el la tercera semana de noviembre, por lo que el gasto se ha triplicado en los últimos años». «Antes –concreta Vergara para este semanario–, gastábamos unos 200 euros al mes en regar las 6 o 6,5 hectáreas del vivero, ahora, en cambio, 600 euros. Por lo que, como decía antes, el gasto se ha triplicado al llover menos. La cuenta de gastos comenzó a subir en este sentido en 1995, pero sobre todo fue a partir del año 2000. Se lo puedo demostrar a quien quiera sólo con enseñarle la facturación. No hay lugar a dudas». Menos tormentas de veranoNo sólo es que el clima sea más suave y menos húmedo, sino que cada vez son más exiguas las tormentas, y, por ende, las lluvias habituales en otro tiempo de verano. «Las tormentas son cada vez más escasas en verano. A partir del año 2000 sólo hay una o dos tormentas en la localidad, lo que conlleva tener que regar más, ya que antes al caer tanta agua al día siguiente no hacía falta regar. Ahora no es así», recuerda.

En cambio, «este año, ha sido un invierno como los de hace 50 años. Ha sido muy lluvioso, muy frío y largo, por lo que este año va a ser bueno, los árboles fructificarán de forma normal y será un buen año de semillas», prevé Vergara. Pero el de 2010 no será para todos igual de bueno. «Nosotros cultivamos pistacho. Mientras a algunos vecinos de Ciudad Real o Sevilla con plantaciones jóvenes se les han encharcado las plantas, a nuestros pistachos, de siete u ocho años, les ha venido de maravilla», explica.