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Mujeres fatales por Jorge BERLANGA

La Razón
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Se veía venir. Ya lo comentaba yo hace un par de semanas, que cualquier cantada de Casillas, en el fondo un cantar enamorado, iba a bastar para poner a la Carbonero a la altura del betún, lo que me parece por un lado una injusticia y por otro una consecuencia típica del morbo con el que le gusta trajinar al personal. Me van a perdonar ¿Pero qué tendrá que ver el coño con las témporas? Una cosa son las dudas que genera un portero habitualmente sólido en un momento bajo de forma, y otra echarle la culpa a una dama como devoradora de hombres capaz de exprimirle hasta la última gota de las esencias de la furia nacional.«Cherchez la femme», que dirían los franceses como explicación final de los infortunios masculinos. No deja de ser un tópico más. Jardiel podría decirle a la bella periodista: «Señorita, usted tiene ojos de mujer fatal», con esa perturbadora mirada de verdes insondables, pero acusarla de una derrota no es otra cosa que esconder el eterno fatalismo español de la selección detrás de unas faldas.Ahora quieren que los futbolistas hagan voto de castidad durante el campeonato, cuando está demostrado que para un deportista de élite un coito es menos que un entrenamiento, incluso contando con una mujer insaciable. Volvemos a las prácticas de la antigüedad. Cuando los holandeses de Cruyff y «La Naranja Mecánica» se llevaron sus chicas a un Mundial fue todo un escandalazo y luego daba gloria verlos jugar.El debate viene de largo y puede que se refuerce con una nueva mojigatería algo hipócrita. Lo que ocurre es que antes nuestros futbolistas tenían novias o esposas discretas que se llamaban Pepi o Paqui, y ahora van con señoras espectaculares que trastornan a la afición.Luego los polvos traen lodos, pero yo no creo que a un jugador profesional le pueda desestabilizar en el campo el sexo femenino. Claro, siempre que no le toque una rompecojones.