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Conferencia Episcopal
«El don de la vida, desde su inicial manifestación en la concepción del ser humano, es sagrado y, por tanto, inviolable. El amor del padre y de la madre, fiel hasta la indisolubilidad, es imprescindible para el hijo, su fruto más maduro y valioso. Sin él, no crecerá y se desarrollará de forma expedita, humana y espiritualmente, hasta llegar a conformarse como persona responsable: responsable de sí mismo y responsable de los demás, en la familia y en la sociedad, ante Dios y ante los hombres». El cardenal puntualizó, además, que «el llamado "pluralismo familiar"no puede tampoco sostenerse a costa de los bienes esenciales del matrimonio y de la familia: de la familia que nace de la unión fiel del varón y de la mujer y que sobre él se edifica y mantiene».
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