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Un madrugón «para proteger lo más importante del mundo»
Llegadas desde distintos puntos de España, las familias asistentes dieron color a la madrileña plaza de Colón
MADRID-Un año más la familia volvió a celebrar su fiesta en Madrid. Ayer, desde primera hora de la mañana, miles de familias abarrotaron la céntrica plaza de Colón con el objetivo de reivindicar esta institución. Los villancicos propios de estas fiestas, los bailes y juegos de los más pequeños de la casa y las decenas de banderas que ondeaban al aire y que representan la globalidad de este acto, pusieron la nota de color a una soleada mañana en la capital. El ambiente era festivo y todos los allí presentes, abuelos, padres e hijos, disfrutaron de él.
El día comenzó muy pronto para muchos de estos asistentes, ya que algunos de ellos tuvieron que desplazarse hasta Madrid. «Nos hemos levantado a las 6 de la mañana para venir», comenta Jesús, el padre de la familia Moreno. Han llegado desde Arroyo de San Silván, un pequeño pueblo de Badajoz, y relatan que son fieles a esta cita, a la cual acuden cada año. Se trata de una fecha muy especial para ellos porque justo hace cuatro años vino al mundo José, el pequeño de la casa, que ayer asistió por primera vez a esta fiesta. «Nos llamaron para decirnos que había nacido, pero decidimos quedarnos hasta que acabó la misa», apostilla en un ejemplo de fe.
Es tal el fervor de esta familia, perteneciente al Camino Neocatecumenal, que este año han tenido que organizarse para viajar en sus propios coches. «Hasta ahora habíamos venido en un autobús que salía desde el pueblo, pero esta vez no lo han puesto, así que hemos tenido que buscar otras soluciones», afirma mientras espera expectante a que empiece la misa oficiada por el cardenal Rouco Varela.
Gesto educativo
El clan Gómez Blanco también es asiduo a esta cita. «Es un gesto educativo para los niños», asegura el padre, que afirma haber adelantado trabajo en estos días para poder asistir a la eucaristía. La madre, por el contrario, decidió cogerse el día libre, lo que da muestra de la importancia que muchas familias católicas le conceden a esta ceremonia.
Esta familia madrileña cumple a la perfección el lema de este año. Sus dos hijos mayores, Elena y José Ignacio, de 14 y 12 años, participaron el pasado mes de agosto en el encuentro con Benedicto XVI. Quedaron tan encantados con aquella experiencia que Elena incluso se plantea ir a la edición que se celebrará en Río de Janeiro el próximo 2013. «Me gustaría ir y repetir la experiencia», afirma ilusionada, mientras mira de reojo a su madre, con la que busca una mirada cómplice que le dé permiso para cumplir su deseo.
Otra familia que también ha estado involucrada en la Jornada Mundial de la Juventud fue la de los Ortega del Palacio. María y Daniel, el matrimonio, fueron voluntarios este verano, justo la misma función que hasta este año han desempeñado en la Misa de las Familias. El cambio de esta edición se ha debido a motivos laborales: «Acabo de salir de trabajar y me he venido rápido para Colón», explica Daniel. Para ambos, ayer fue un día muy especial: «Se trata de festejar el día de la familia, que es el regalo más importante que cualquier persona puede tener», argumentan delante de su hija pequeña que disfrutó como ninguno de los villancicos que interpretó el coro infantil de la parroquia de Santa Catalina Labouré, que junto con el coro y orquesta de la JMJ y el del Camino Neocatecumenal fueron los responsables de animar tanto el rezo del rosario como la eucaristía.
Sin ayudas
Y entre uno y otro canto, desde la localidad sevillana de Camas, llegó a Madrid la familia Montesinos, que pertenece al Camino Neocatecumenal. Se definen como inconcidionales en este tipo de celebraciones e incluso señalan que viajarán a Roma el próximo mes de febrero para participar en un acto similar. Se quejan de que la familia ha estado abandonada en los últimos años por el Gobierno, ya que éste «ha apostado por otro modelo de hogar y ha dejado a la familia tradicional sin ayudas». Por ello, afirman que «es importante asistir a este evento para reivindicar el clan familiar como la institución más importante del mundo».
De la JMJ a la paternidad
Entre los muchos testimonios que se ofrecieron ayer en el altar de Colón, María Pampyn y César Ramiro relataron ante los asistentes las dificultades que encontraron para ser padres. «Por diversos motivos, el Señor nos hizo esperar más de lo que pensábamos», aseguraron ayer. Hoy todo eso queda atrás, pues su hijo, Ignacio, ha cumplido un año. Su testimonio como pareja es fiel reflejo de los frutos de la JMJ. Al jubileo de 2000 en Roma acudieron por separado, al encuentro de Colonia lo hicieron como novios, y al de Madrid, casados.
Familia Ortega del Palacio
Ayer fue un día especial para ellos porque cambiaron su rol en esta ceremonia. Siempre habían participado como voluntarios y en esta ocasión simplemente fueron a disfrutar de la fiesta. Este matrimonio considera que la familia es «el regalo más importante que una persona puede tener».
Familia Montesinos
Esta familia de Camas (Sevilla), perteneciente al Camino Neocatecumenal, acude todos los años a esta cita. Asegura que la familia es «la institución más importante del mundo» y que «tiene que recuperar la presencia perdida».
Familia Moreno
Salieron a las 6 de la mañana de Badajoz y a las 11 ya estaban en Colón esperando a que diera comienzo la eucaristía. Este año, por primera vez, han estado acompañados por sus hijos pequeños en un día que catalogan como «muy especial».
Familia Gómez Blanco
Esta familia madrileña afirma que esta celebración es un «gesto educativo para los niños». Sus hijos mayores, Elena y José Ignacio, participaron en la JMJ que se celebró el pasado verano en Madrid y pretenden acudir a la de Río de Janeiro.
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