Barcelona
«El cuarto tomo de Millennium no debe ver la luz»
Con el libro «Millennium, Stieg y yo», Eva Gabrielsson rompe su silencio y habla de su desesperada lucha por poder defender el legado de uno de los autores más vendidos.
Es arquitecta de profesión, pero para el mundo de las letras fue la compañera de Stieg Larsson durante 32 años, una experiencia que la ha marcado y que defiende con todas sus armas desde la muerte del escritor, como lo demuestran los espectaculares problemas surgidos con la herencia del autor de la saga «Millennium» y que la han enfrentado con el padre y con el hermano de su compañero. La familia de Larsson le ofreció el pasado año dos millones de euros para terminar de una vez por todas con la disputa sobre su herencia: la respuesta fue un no rotundo y sonoro que no dejaba lugar a dudas. Gabrielsson, a la manera de un «j'acusse», hace ahora memoria de sus años con Stieg y explica sus problemas para defender su legado en un volumen de memorias que presentó ayer en Barcelona. La autora, pese a la amabilidad y a la sonrisa, en algún momento de la entrevista declina responder a alguna pregunta.
-¿Por qué publica ahora estas memorias?
-Es más fácil contestar el ahora que el por qué. No había tenido tiempo para dedicarme ya que trabajo a tiempo completo. Nunca planeé un libro, solamente escribía para mí, para entender qué había sucedido tras la muerte de Stieg. Repasé todos esos escritos y fueron creciendo hasta conformar un libro.
-Y el motivo.
-Deseaba aportar mi experiencia personal cuando se pierde a un ser querido, un tema sobre el que casi no hay libros. También me interesaba dar a conocer las ideas subyacentes en «Millennium» al explicar a Stieg como hombre. Lo que uno hace es el reflejo de lo que es. Dado el exitazo en que se ha convertido «Millennium» quería dejar claro que las ideas, que la moral que transpiran los libros, es igual que la de su autor. Es decir, Stieg no escribía para obtener un beneficio económico, sino que lo hacía desde el corazón.
-¿En qué momento se encuentran las negociaciones, si es que existen, con el padre y el hermano de Stieg?
-En «statu quo». No pasa nada. Todo está parado.
-¿Por parte de ellos o de usted?
-Ellos nunca habían ofrecido nada hasta el año pasado. Tras celebrar dos reuniones, fueron quienes decidieron que no hubiera más diálogo porque planteé de nuevo la solicitud de poder gestionar el legado cultural y literario de Stieg. Ellos no quieren.
-En su libro, usted explica que el padre de Stieg le llegó a proponer un matrimonio de conveniencia con su otro hijo para cerrar la discusión legal.
-Sí, fue así. Es la propuesta que me hicieron en agosto de 2005, diez meses ddespués de la muerte de Stieg. Me lo dijeron así, a la cara, y lo repitieron después ante las cámaras de la televisión sueca. Es grotesco. En aquel momento no estaba en juego la herencia y guardé silencio durante año y medio.
-¿Han leído su libro los Larsson?
-En una celebración en homenaje a Stieg, en noviembre del año pasado, su padre comentó a un amigo que lo había leído. Sin embargo no sé cómo lo consiguió porque no estaba editado en sueco. También montaron una web antes del lanzamiento de la obra para decir que todo lo que yo narraba era mentira.
–¿Y han leído «Millennium»?
–Sí, claro, todo el mundo lo ha hecho, pero otra cosa es entender los libros. Cuando yo rechacé la oferta de matrimonio, acudieron a mí con un contrato ilegal para que aceptara la parte de Stieg del apartamento que compartíamos. A cambio, ellos querían su ordenador portátil con sus escritos. No tenían ni idea de que la constitución sueca defiende todas las fuentes de información de un periodista. Por ese derecho constitucional se guarda el secreto de toda persona con la que un periodista habla, como así ocurre con los contenidos de ese ordenador. Por eso guardé silencio, no me podía creer que ellos actuaran de esa manera.
-Hablemos del ordenador.
-La verdad es que no quiero hacerlo, como ocurrió en ese momento, porque está bajo protección de la constitución.
-Perdone que insista, pero en ese ordenador ¿se encuentra «La venganza de Dios», la cuarta entrega de la saga? ¿Veremos publicado ese libro alguna vez?
-No creo que fuera una buena idea comercializar algo que no estaba acabado, que se imprimiera tal cual está. Si yo o cualquier otra persona acabara ese libro con nuestros esfuerzos estaríamos abriendo la puerta al tema de los negros literarios.
–Pero usted conoce la trama de «La venganza de Dios».
–Sí, conozco la parte de la trama que estaba escribiendo Stieg cuando murió. Realmente no quiero dar más detalles sobre esto porque incluso existe el riesgo de que se hagan películas, no basadas en los libros, sino en las ideas o los personajes. Los productores poseen los derechos de los personajes y podrían utilizar estas ideas para una nueva entrega. No, no quiero que eso suceda.
-¿Qué tendría que pasar para que se pudiera publicar la cuarta entrega de «Millennium»?
-Como estoy tratando de explicar, no se trata de qué pasa con un hipotético cuarto libro. La cuestión es que, aunque yo ganara los derechos culturales para gestionar todo el fondo de Stieg, esto me lo podrían arrancar de las manos en cualquier momento, cayendo en manos de otras personas.
-¿Cómo recuerda al Stieg Larsson que usted conoció en 1972?
-Era una persona llena de alegría, con muchas esperanzas puestas en la sociedad, muy colaborador, muy servicial, sin ningún tipo de arrogancia porque no le interesaban los protagonismos. Su principal premisa era la modestia. Ahora ha acabado siendo el centro de atención, aunque él nunca buscó eso. Todavía hay gente que cree haberlo visto pasear por la calle, que se ha tropezado con él en Suecia. Pero pervive su recuerdo y lo que lo quieren lo rememoran con mucha alegría y amor, y eso yo lo siento en ellos.
El detalle: futuro y nuevo rostro para Lisbeth Salander
Gabrielsson es la única persona que sabe el futuro que Stieg Larsson había ideado para su heroína Lisbeth Salander (Debajo, Noomi Rapace, como la heroína en la pantalla; arriba, la protagonista de la nueva trilogía). Sin embargo, no quiere dar detalles porque «estoy en una situación muy difícil. Conociendo a Lisbeth, es fácil imaginar que supiera cómo planificar su futuro. Ya ha retomado su vida, pero aún está muy dañada y desconoce cómo funciona la sociedad».
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