Schäfer el hoy del canto por Gonzalo ALONSO

Un aficionado tenía mucho interés en asistir al concierto de Christine Schäfer en el ciclo «Las noches del Real». No pudo, pero recibió un mensaje consolador en su móvil. «No te perdiste nada, los graves y agudos de Schäfer estuvieron tan ausentes como tú», rezaba. Comparto en buena parte su opinión. En otra no. La soprano nacida en Fráncfort en 1965 es una cantante muy inteligente y de ahí el repertorio que ha elegido para la actual etapa de su carrera, que le permite lucir su intachable musicalidad y su buen decir y ocultar que la voz en sí, aparte de resultar muy agradable, no tiene mayores calidades especiales. Seamos claros, estamos ante una ligera con tintes líricos que jamás hubiera podido competir con Sutherland en caudal vocal, ni con Sills en expresividad teatral, ni con Scotto en el equilibrio entre ambas cualidades. Jamás hubiera logrado una carrera en aquellos tiempos como la que realiza ahora.

Todo ello quedó claro para los entendidos en el presente concierto, programado en el Real aprovechando que el Klangforum Wien estaba tocando en «Poppea y Nerón». El público, casi en familia en asistencia, aplaudió a Schäfer por su nombre más que lo que mostró en un programa que apenas podía dejar vislumbrar otras características aparte de su buen gusto e inteligencia: las vistas y no vistas «Tres poesías de la lírica japonesa» de Stravinski y las también breves «Tres poemas de Stéphane Mallarmé» de Ravel. Más intervención tuvo naturalmente en la experimental y contradictoria obra de Schönberg. Cambreling y el Klangforum Wien demostraron su dominio de este repertorio. Curiosamente, hubo un pianista diferente para cada parte.