España
Alfredo qué propuesta
¿Qué diríamos de una sociedad a la que propusieran para dirigirla a una persona con un pasado repleto de agujeros negros, un político que pasó por los puestos de máxima responsabilidad de la Educación y que, a través de la LOGSE, llevó a sus conciudadanos a las cotas más bajas de conocimiento y a las más altas de fracaso escolar, según PISA y la OCDE? El que acabó con el prestigioso colectivo de profesores de Enseñanza Media. Eso sí, con la obsesión por el adoctrinamiento ideológico. Lo conseguiría influyendo en Zapatero para la introducción de la «Educación para la Ciudadanía». Un dirigente al que no se le movió un músculo siendo portavoz de un Gobierno que fue sentado en el banquillo por crímenes de Estado; un dirigente que, años después, propagaría –ésa sí es su verdadera virtud, según ZP: la propaganda– que España necesitaba un Gobierno que no mintiera, precisamente durante unas horas, del 12 y el 13 de marzo de 2004, de las que quedan excesivas lagunas y cuya responsabilidad para aclarar corresponde ¡qué casualidad! al Ministerio del Interior y que, como consecuencia de aquel vil atentado, ocupó un tiempo después. Un gobernante que ha ha faltado a la verdad sobre las negociaciones con ETA. Hasta tal punto que durante su mandato se produjo el «chivatazo» en el bar Faisán. El miembro de un Gobierno, ya como vicepresidente plenipotenciario, que ha influido en el Tribunal Constitucional para que Bildu esté en las instituciones. ¿Qué diríamos si eso sucediera en otro país? Pues que no se merecían ese gobernante. Así es la vida.
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