España
Coyotes con asco
Yo no sé muy bien qué pensar acerca de ese comunicado en el que los terroristas de ETA proclamaron anteayer su renuncia la lucha armada. Si me dejo llevar por el sentido común, habré de admitir que lo que ellos anuncian es lo que en realidad nos conviene a todos, pero no estoy seguro de que hayan entrado en razón quienes hasta hace poco hacían exhibición orgullosa de carecer de conciencia. Y si me dejo arrastrar por mi instinto, estoy seguro de que para que unos cuantos salgan beneficiados, otros muchos habrán de salir perdiendo. Supongo que se harán sondeos de opinión en los que resulten triunfadoras las tesis de quienes patrocinan la actitud de la organización terrorista y no faltarán opiniones autorizadas para reforzar las observaciones demoscópicas. Desde luego es obvio que alguien saldrá perdiendo: los muertos, esa estupefacta población en decúbito prono que carece de criterio, no acude a las urnas, ni deja rastro en esos sondeos que en realidad están pensados para crear la opinión que dicen reflejar. Las víctimas supervivientes no olvidarán lo ocurrido, ni lo harán muchos millones de ciudadanos, pero al final la gente aceptará lo que se le diga en las catequesis de los partidos, la tenacidad de la memoria cederá ante la falsa apariencia del olvido y estoy seguro de que los políticos pondrán en la calle a los centenares de terroristas que aún permanecen en prisión, muchos de ellos condenados por horrendos asesinatos. No importa la fórmula que se elija para excarcelarlos. La gramática castellana es muy rica incluso para revestir de dignidad literaria la injusticia que supondría la liberación de los terroristas más sanguinarios de la historia de España, tipos crueles, repugnantes e inhumanos ante cuyos cadáveres no dudarían en vomitar los coyotes que, por culpa de tener presbicia, se atreviesen a meterles el diente. No corren en este país buenos tiempos para la decencia y sin embargo nos recibirá la inmensa fortuna de disponer de un idioma que incuso a los analfabetos les permite mentir con elegancia. Ignoro de qué fórmula se seguirán los políticos para liberar a los criminales de ETA. De lo que no me cabe ninguna duda es de que lo harán de espaldas a los muertos, echando mano del recurso de cualquier resquicio a medio camino entre la Ley, el interés y la indecencia. Y habida cuenta de que los españoles nos hemos vuelto tan receptivos con las mentiras públicas, personalmente hasta se me ocurre sospechar que en la cabeza de algún dirigente anidará la idea de liberar a los presos mediante la autorización de un ERE penitenciario, para que al menos parezca que en vez de salir libres a la calle, el estado los manda al paro, donde habrían preferido estar los centenares de cadáveres que sin embargo permanecen recluidos a perpetuidad en esos cementerios en los que nadie se detienen a hacer sondeos.
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