Italia
Miedo y rescate por Julián Cabrera
En este punto y hora de la semana sigo desconociendo si el Gobierno va a pedir o no el tan traído y tan llevado rescate, pero sí tengo claro que hay una carrera que aún no ha perdido pero en la que anda rezagado varios cuerpos de caballo. La de hacer que cale un ejercicio más didáctico frente a la sufrida ciudadanía, desdramatizando algo que la izquierda y los sindicatos se encargan de situar como el foso de sapos y culebras al que nos acabaría empujando el Gobierno si hay inyección.
Y es que en un asunto como éste, la batalla de la opinión pública es más que esencial, sobre todo teniendo en cuenta que no ha habido Gobierno que sobreviva tras el rescate a una cita con las urnas.
Tal vez por eso convendría un pequeño tirón al taparrabos que cubre algunos argumentarios: para empezar, si finalmente se acaba imponiendo una compra masiva de deuda a cargo del BCE diremos que esa película ya la hemos visto en 2009 y 2010 y otras dos veces en el caso italiano. ¿Que Draghi acentúa ahora las condiciones por imperativo alemán? Perfecto. Por eso recordaremos que la crudeza de las medidas impuestas a griegos, lusos e irlandeses es casi un calco de las reformas impulsadas por el Gobierno en las principales madres del cordero: reformas laboral y financiera, subida del IVA, revisión del factor «sostenibilidad» en las pensiones y corrección del déficit tarifario energético. Queda rebanarle michelines a la estructura del Estado, pero más allá de eso ya sería pedirle a Rajoy que acuda a la hucha europea vestido de lagarterana.
No estaría de más una ojeada al otro «manirroto» del sur, Italia, donde la palabra «rescate» ni es la bicha, ni pinta a unos señores de negro que acuden a merendarse la pensión de los ancianos.
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