Castilla y León

Variedad y realidad por Carlos PUMARES

La Razón
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Ningún Festival de Cine, de cualquier categoría, renuncia a una película con el nombre de un director de prestigio. Por esa razón, en muchos festivales, surge la decepción. Valladolid ha entrado también en ese juego con la película «Rumbo al Norte», de Mika Kaurismäki del cual, aquí ya se han proyectado dos películas anteriores y le han hecho retrospectivas y homenajes en un montón de festivales. ¿Decepcionado? No. No es de las mejores, pero conserva ese gusto por las historias sencillas que lo son solo aparentemente. Aquí una ‘road movie', con un padre que le aparece 35 años, después de dejarte, con tres años, a su hijo pianista. A partir de ahí, sorpresa tras sorpresas con gran habilidad construye situaciones únicas, alguna rozando la genialidad, como una con un concierto, improvisado y, por supuesto, con esos personajes únicos, con sabiduría para escoger actores adecuados para, tales seres, y para tratarles con cariño enorme, con la complicidad de la cámara. Una historia aparentemente sencilla, con humor y entretenida en general. En cambio, ¿por qué aquí o en cualquier otro sitio una «cosa» como «Pequeñas Arañas Negras» de una tal Patrice Toye? Es un misterio. Basada en un hecho real, como si eso fuera una cualidad. En Bélgica a finales de los 70 en el ático de una clínica-convento internan a menores embarazadas para vender al recién nacido, a parejas solventes que los quisieran. Torpe y boba, llena de estupideces. Por ejemplo, todo empieza con una «nueva». En seis meses ninguna otra ¡Vaya negocio! Quizá miedo a tener que manejar más actrices. Es una película, fea, mala, aburrida, poco creíble todo lo que sucede, por lo mal contada que esta. Olvidable. Muy distinta, «Díaz-No borrar esta sangre» de Daniel Vicari. En el 2001 en Génova se reúne el G8. Manifestantes de muchos lugares de Europa, se dieron cita allí. Manifestaciones, cargas policiales etc, pero el día de clausura, la policía asaltó la Escuela Díaz, y cargó contra activistas tranquilos, gente que dormía, periodistas, gente que dormía las manos en alto, pero a la policía le daba igual. Todo esto, afortunadamente está en los periódicos, en internet, etc... La película tiene un acierto técnico y un buen manejo de las cámaras digitales. El director usa una narrativa acronológica, más propia de literatura. Pero la película carga en exceso en la violencia de la policía. Existió, se debe ver, pero no recrearse, como hace el director.