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Zamora

El humor llama por teléfono

Se cumplen diez años de la muerte de Gila, uno de los mejores humoristas de nuestro reciente pasado. Formó parte, junto a una pléyade de escritores, novelistas y críticos de la «otra generación del 27», creadores que tuvieron el humor y el ingenio crítico como horizonte de su creación artística

1964- Gila, junto a unos de sus personajes
1964- Gila, junto a unos de sus personajeslarazon

Podría hablarse de dos tendencias, ambas definidas por el humor negro y el absurdo, de procedencia surrealista, una más intelectualizada y vanguardista: Jardiel Poncela, Gómez de la Serna, Neville, Tono, Berlanga, Azcona y Mihura. Y otra de corte más popular, formada por escritores, humoristas y dibujantes que también colaboraban en «La Codorniz»: Álvaro de la Iglesia, Mingote, Herreros, Chumy Chúmez y Gila. El catálogo de personajes costumbrista que Gila dibujaba en «La Codorniz» y «Por Favor» estaba formado por catetos con boina, tullidos, pedigüeños, soldados, policías de uniforme y el pluriempleado, que igual trabajaba de árbitro, torero, detective o bombero. Nunca faltaba un niño o un señor bajito cogido por la cabeza. El más famoso de sus monólogos telefónicos, «¿Es el enemigo?», comenzaba así: «¿De parte de quién? Pues ahora no se puede poner, porque está en la guerra, pero ha dejado dicho que vendrá a cenar». En otro momento, preguntaba: «¿Tú has salido con una chica rubia con ojos azules? ¿Y te has casado? ¡Pero si es un señor que es espía!». Pese a su pasado republicano y los años pasados en penales, comenzó en 1941 dibujando chistes y triunfó en 1951 con un monólogo sobre un voluntario en la guerra. Fueron los años triunfales de la radio, de los rapsodas y los monologuistas, que hicieron de la radio el epicentro de la vida doméstica. Triunfaban Pepe Iglesias «El Zorro», Tip y Top (luego Tip y Coll) y Cassen.

A Gila lo descubrió Tony Leblanc en Zamora, actuó en compañías de revista y fue actor secundario en numerosas películas, y escribió y protagonizó «El ceniciento» (1956) y «El hombre que viajaba despacito»(1957). Gila hizo del teléfono un elemento esencial de la puesta en escena de su humor. Su mordacidad ingenua, con propensión al humor negro, lo convirtió en una gran estrella durante los años 50 y 60. Hasta 1968 que se exiló de España y huyó a Argentina para no asumir la paternidad de una hija. Grabó sus monólogos en numerosos discos microsurco, y fue la estrella de una serie de anuncios antológicos: la campaña de «Fidecaya»: «¡Usted se fidecaya!», y las hojas de afeitar Filomátic, «y da un gustirrinín», en la que salía de bombero y decía: «¡Qué saben los bomberos americanos de barbas españolas!». Hacer algo disparatado o protagonizar algo muy cutre se lo conoce popularmente como «hacer una de Gila». Esa forma de ver el mundo, como el genial «gag» de la solterona, la que iba a las bodas y cuando el cura decía: «quiere usted a fulanito por esposo», ella saltaba: «¡Y si no pa´mi!». Ese es Gila en estado puro.