Arquitectura
«La cubierta recoge la vegetación autóctona del terreno de la obra»
El nuevo centro de arte de alcobendas completa la oferta cultural del municipio. Su colorida fachada fotovoltaica, capaz de producir 27.600 kw anuales, lo convierte a la vez en icono medioambiental y visual.
El equilibrio entre el yin y el yang es el «leitmotiv» que mantiene en pie este edificio. El nuevo Centro de Arte de Alcobendas es un volumen que se alarga hacia sus lados creando un espacio para el arte en su interior y estructuralmente capaz de sostenerse. Y no es sólo en estas direcciones hacia donde se expande la idea.
Bajo los arcos fotovoltaicos una plaza cubierta invita a visitar las salas expositivas del interior, gracias a la continuidad de materiales, como el basalto de los suelos y la madera de los techos, y a los grandes ventanales que iluminan de forma natural las piezas mientras los curiosos se asoman desde la calle. Arriba, en el tejado, 2.000 m2 de cubierta dividida en dos áreas, una privada y otra visitable, trasladan «la vegetación existente previamente en el terreno de la obra. Uña de gato y otras especies autóctonas que son resistentes a las nevadas y no necesitan riego», explica Parrilla.
El consistorio quería completar la oferta cultural del municipio madrileño con mediatecas, un auditorio con concha acústica y a su vez sala de proyección de cine digital y áreas donde mostrar sus fondos fotográficos, entre otros. Sus autores, Fernando Parrilla e Isabel Muñoz, entendieron el encargo y lo trasladaron al papel como «un volumen con contenido». Gracias al curioso arcoiris de su fachada han conseguido trazar un icono reconocible desde cualquier punto de la ciudad aprovechando un área contenida y sin superar en altura el perfil del centro urbano.
Energía y sombra
La tecnología y las soluciones creativas se unen en esta fachada fotovoltaica que va cambiando de color en función de la radiación del sol y de la cantidad de luz que se quiera dejar entrar al edificio. En total 580 m2 de paneles más 42 m2 instalados en la cubierta, producen 27.600 kW anuales de energía. Más o menos lo que consumen doce hogares españoles al año o, si se prefiere restar, 26 toneladas menos de CO2 emitidas a la atmósfera. Para regular la iluminación se ha optado por una solución de lo más sencilla y económica: cortinas o lamas orientables de distintos colores, que dan la bienvenida al arcoiris hasta el interior del centro, donde se propagan, incluso, en paredes de los mismos tonos.
El ahorro de energía queda a cargo de dosificadores de agua o detectores de presencia y suelos radiantes. Haciendo suyo aquel dicho que reza que cada caso o problema requiere su propia solución, para el agua para saneamiento pensaron en una solución convencional, ya que la instalación de sistemas especiales de recogida o reciclado de agua no habría salido rentable en un centro pensado para darse una vuelta por la historia del arte.
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