Murcia

OPINIÓN: Cuestión de fe

La Razón
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Estos días se ha llamado la atención sobre la copia de la Gioconda del Museo del Prado. Realizada por un discípulo de Leonardo, la obra parece ser contemporánea de la Gioconda verdadera. Y una frente a otra, la obra tiene su mérito. Lo único que pasa es que tenemos nuestra mirada acostumbrada a la Gioconda de verdad. Y sobre todo, sabemos que fue pintada por la mano de Leonardo. Pero ¿y si hubiera sido al revés? ¿y si la Gioconda del Louvre fuera la pintada por el discípulo y esta copia fuera la verdadera de Leonardo? ¿Se imaginan cuál sería nuestra reacción? No hace tanto que, con estudios fundados, se intentó demostrar que «El Coloso», una de las obras maestras de Goya, no fue pintada por el pintor maño, sino por un discípulo suyo. Y parece que nos resistimos a imaginar que una obra así no haya sido pintada por el genio.
Todo esto, en el fondo, nos hace reflexionar sobre la contingencia del valor artístico, por un lado, y sobre el fetichismo del origen, por otro. En primer lugar, la Gioconda, en sí, no es un retrato tan excepcional, es tan sólo su historia, sus circunstancias, y toda una serie de operaciones de valor e imagen en torno a ella lo que la convierten en lo que es, un icono del arte. Y en segundo lugar, lo que hace que el valor de la obra sea el que es tiene que ver con el «contacto» con la mano del genio, la presencia de un elemento casi mágico que convierte a la obra en fetiche, en una reliquia del mismo tipo que las de la Iglesia. Y es que, bien pensado, entre el arte y la religión no hay tanta distancia. Museos como iglesias, obras como reliquias y experiencias artísticas como experiencias místicas. Todo, por supuesto, cuestión de fe.