Europa

Estados Unidos

Ardor guerrero

La Razón
La RazónLa Razón

Sadam Husein era un cruel dictador que masacraba a su pueblo y utilizó armas químicas para ser más eficaz en esta labor. Era un loco genocida y un corrupto a lo grande, algo muy habitual entre los dictadores de la zona. Estados Unidos, al frente de una coalición, acabó con el dictador. Zapatero estuvo en contra de esa guerra, aunque España nunca participó en ella y sólo dio apoyo político. A pesar de ello, criticó duramente a Aznar, tan injusta como desmesuradamente. Esto le dio buenos réditos entre los «progres». Hay guerras que gustan a la izquierda y otras que no. No tiene lógica porque tan indeseable era Sadam como ahora lo es Gadafi. El problema es que no se actúa contra los dictadores. Unos porque están muy alejados mientras que en el resto se mira en otra dirección porque tienen petróleo. En cambio, contra Gadafi ha surgido un auténtico ardor guerrero en Europa. El propio Zapatero se ha convertido en un adalid del intervencionismo y lo hace con fervor. No hay nada como estar en Moncloa para asumir la realpolitik.