Festival de San Sebastián

Un castigo para el mejor

La Razón
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Desde la primera edición de «Se llama copla», confesé que a pesar de mis reticencias sobre el proyecto, me convertí en un defensor del concurso. Después de cinco años en antena, posiblemente éste sea el que tenga mejores concursantes. De todos ellos, destacó desde un principio un gitanito de La Línea, ingenuo, con su propio idioma, con un nombre nada coplero, Jonathan, pues con todo eso se sube a un escenario y se comprende por qué el arte se mama. Deslumbrante, vuelve loco al público, el jurado se pone en pie aplaudiéndolo, dándole la máxima puntuación la mayoría de las veces. Este último sábado era una especie de semifinal. De los 6 concursantes que han llegado a ese momento, sólo 5 pasaban a la final de mayo. Un joven de El Coronil, guapetón, elegante, con buenas maneras es uno de estos afortunados. Desde el primer día se le consideró por el jurado y sus compañeros el más flojo artísticamente de todos, los votos del público lo sacaban adelante. Resultado: pasaba directamente a la final el que sumaba el mayor número de votos de jurado y público, que fue un joven de Bollullos. El jurado elegía a otro finalista, le otorga este favor a una joven con escasas posibilidades. Entonces se producen lo que llaman retos, en el primero queda eliminado el guaperas. En el segundo entre Jonathan y la que es indudablemente la mejor de las mujeres, el jurado la salva a ella (verán que deliberadamente no quiero ponerle nombre a los concursantes, salvo al que considero mejor). Entonces, se produce el desafío definitivo entre Jonathan, que ha sido el favorito del jurado durante 6 meses y el menos votado por el mismo, el joven de las buenas maneras, que por eso y su habilidad ha ido conquistando el voto del público, y es éste el que tendrá durante esta semana que decidir por sus llamadas quién de estos dos concursantes pasa a la final. El caballeroso muchacho ingeniosamente se dirige a la hora de pedir el apoyo del público votando, y les dice que él no se lo merece, que voten a Jonathan, una prueba más de su habilidad, porque primeramente esto aumentará el número de votantes y deja claro que es una estratagema. Lo tenía fácil, con renunciar a seguir en el concurso ya hubiese pasado Jonathan directamente a ser finalista. Un despropósito dejar fuera del concurso a una auténtica estrella, como el mismo jurado había reconocido durante seis meses.