Ministerio del Interior

Golpe en la Cañada Real al clan de los Fernández-Fernández

La Razón
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MADRID- Nuevo golpe policial contra el narcotráfico en la Cañada Real. La Policía Nacional desarticuló durante la tarde del pasado miércoles los vestigios del clan de los Fernández-Fernández, descabezado el pasado mes de abril en una operación policial en la que se detuvo a 19 personas, entre ellas a un matrimonio septuagenario –al patriarca le llamaban «El Bocalata»– que lideraba el negocio. En esta ocasión, los agentes de la Brigada de Policía Judicial, encargados de la operación, han detenido a cinco personas, entre ellas al supuesto cabecilla de la trama: «El Púa». Como en todas las intervenciones que los agentes realizan en este tramo del sector VI de la Cañada, la entrada a la vivienda fue violenta para tratar de sorprender a los inquilinos. A pesar de que la operación se inició porque los agentes tenían indicios de peso de que se traficaba con droga, una vez dentro, los agentes no pudieron recuperar ninguna cantidad significativa de estupefacientes porque, como ya es tradición cada vez que la Policía irrumpe en sus casas, arrojan la droga a unas estufas para quemarla y no dejar evidencias de que allí se venden sustancias ilegales.

Además, los agentes se incautaron de armas: dos cetmes, pistolas automáticas –una de ellas enterrada en un patio de la finca– y gran cantidad de municición, según fuentes policiales. La infravivienda, según confirman las mismas fuentes, aún no ha sido derribada, y en el momento de la intervención policial se encontraba llena de niños.

La del miércoles es sólo una más de las decenas de operaciones policiales contra los clanes de la droga en la Cañada. Se han practicado cerca de una treintena en apenas 15 meses.
Todos los clanes funcionan de forma muy similar. Tras la detención, el juez deja en libertad a muchos miembros del clan, con lo que rehacen el negocio. Como la mayoría de las veces les tiran abajo las viviendas bunkerizadas, compran o alquilan infraviviendas cercanas, que deben acondicionar. Son los rumanos del cercano poblado de El Gallinero quienes les hacen las tareas de albañilería y les dejan puertas y ventanas blindadas a prueba de registros policiales sorpresa.