Crisis económica
Libertad o hambre
Según el Banco Mundial, el precio de los alimentos ha subido un 29% más que el año anterior. Ello está hundiendo a los más débiles en la pobreza absoluta, a esos que dedican la mitad de sus ingresos a comprar comida. Para el Banco Mundial, el asunto de los alimentos se está convirtiendo rápidamente en un gran problema global. Gracias al precio del arroz, que tiene un comportamiento más moderado, se atenúa la gravedad de la situación, de momento. Algunas organizaciones no gubernamentales aseguran que la especulación es una de las principales causas del encarecimiento de los alimentos. Otros le echan la culpa a los «biocombustibles», que se fabrican a partir de especies de uso agrícola. Unos culpan al capitalismo. Otros dicen que es la «intervención» de los mercados. Incluso se apunta a una nueva crisis del petróleo. Es curioso: siempre hay quien asegura que el petróleo se está acabando, que quedan a lo sumo treinta años más de reservas. Pasan los treinta años y, al cabo, nos vuelven a decir que apenas quedan otros treinta años para que se agote... Vivimos pendientes de los países productores de petróleo, que abren la mano y saludan o aprietan el puño y nos encogen el bolsillo. La economía mundial continúa marchando al ritmo de la combustión de los carburantes fósiles. La política, también. Paul Roberts ya anunció «El fin del petróleo». Pero es difícil hacer predicciones en esto como en tantas cosas. El mismo autor nos avanzó «El hambre que viene: la crisis alimentaria y sus consecuencias» donde analiza, entre augurios aciagos, el problema de la alimentación. Tenemos un grave conflicto con los alimentos. Mientras buena parte de la humanidad se muere de hambre, la otra sufre sobrepeso. Los que podemos comer, lo hacemos mal: alimentos agrícolas producidos de manera intensiva, con sobredosis de ayuda química (plaguicidas, fertilizantes sintéticos…), o animales criados en una suerte de pequeños y espeluznantes campos de concentración ganaderos. Si somos lo que comemos, somos pura bazofia, por lo general. No hemos resuelto el asunto de la nutrición. Y cada día somos más numerosos. En pocas décadas –sobre todo a partir de los años sesenta– y a pesar de las dificultades que nos acarrea la búsqueda de energía (para comer, para calentarnos, para activar las industrias…) hemos duplicado la población mundial y vamos camino de triplicarla: a mediados del siglo XXI se prevé que alcancemos los 10.000 millones de seres humanos habitando el planeta.
Revueltas en los países árabes. ¿Qué hay detrás de estos movimientos de protesta? Se especula con golpismo militar encubierto, islamismo, intrigas de ciertos servicios secretos, conspiraciones internacionales, ¡ansias de libertad!... Los países musulmanes teocráticos, permanecen hasta ahora calladitos, sin embargo. Sólo los sátrapas semi-laicos «amigos de Occidente» están sufriendo disturbios y levantamientos en «sus» territorios. Me pregunto: ¿será el deseo de democracia lo que mueve a los insurgentes, o será, sencillamente, el hambre…? Me pregunto si no estaremos confundiendo libertad con hambre. La velocidad con el tocino.
(Igual que el Gobierno bajando el límite de velocidad «para ahorrar gasolina», por cierto).
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