Medidas económicas

Los novísimos del escaño

La Razón
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No todas las consecuecias de esta crisis económica son negativas. En el terreno político, por ejemplo, está creciendo la experimentación lingüística, el contorsionismo del lenguaje... En definitiva, la nueva literatura servida en cuencos de barro. La avanzadilla de este movimiento, que empieza a prender por las esquinas como «los novísimos del escaño», tiene como grandes exponentes a la consejera de Presidencia, Mar Moreno, al vicesecretario general del PSOE-A, Rafael Velasco, o al propio presidente de la Junta, José Antonio-Pepe Griñán. De lo que se trata fundamentalmente es de evitar el remolino de cuchillas económicas a través de un encadenamiento de metáforas optimistas que, servidas a la opinión pública, trazan una brillante línea de fuga. Pasen y vean: justo en el momento actual, en el que Andalucía ha abierto un portillo en el techo del millón de parados, sigue creciendo la cola del INEM, los severos planes de ajuste pronostican una nueva caída en la recesión y la agencia Fitch rebaja la solvencia de la deuda española de AAA a AA+, Rafael Velasco asegura que «la hierba, cuando empieza a crecer, si se corta, nace con más fuerza». ¿A que merece estar en crisis para escuchar esta jaculatoria a medio camino entre las tesis keynesianas y capilares? ¿Y qué opinan de los famosos brotes verdes que, en boca de la ministra Salgado, fueron para los «novísimos del escaño» lo que la fiesta en Pino Montano para nuestra Generación del 27? ¿Y dónde dejamos los proverbios y cantares de la consejera de Presidencia, augurando el paso «de los números rojos a los verdes», como si ya miráramos la laguna Estigia por el retrovisor de esta barca de remos con mil y una salidas de agua? El Partido Socialista tiene razón. Definitivamente tiene razón. Hay motivos para el optimismo. Desde las fraguas conceptuales del fugaz novelista Luis Martín-Santos, que dejó para la posteridad deliciosas palabrejas como metrarse (que debe ser meterse en el metro) y de Camilo José Cela, no se vivía un esplendor igual. Es un hecho objetivo incontestable, ¿o no?