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El garante del laicismo pierde poder

La dimisión de la cúpula militar turca, por sus desavenencias con el Gobierno islamista, es la última revuelta, está vez pacífica, de un Ejército acostumbrado por décadas a ser el árbitro de la vida política y que ha visto cómo su autoridad se desvanecía en los últimos años.

El primer ministro turco, Erdogan, en el centro, rodeado por la cúpula militar dimisionaria
El primer ministro turco, Erdogan, en el centro, rodeado por la cúpula militar dimisionarialarazon

No sólo se trata del segundo mayor ejército de la OTAN, sino que internamente ha sido el «guardián» de la Turquía laica, cuya influencia sobre el poder civil se ha traducido en cuatro golpes de Estado: 1960, 1971, 1980 y 1997. Pero desde que Turquía fue elegida candidata a la UE en 1999, las prerrogativas de los militares turcos se han visto reducidas, especialmente desde la llegada al poder en 2002 de la formación islamista moderada del primer ministro Recep Tayyip Erdogan.
Erdogan ha reformado las leyes permitiendo que los militares puedan ser juzgados en tribunales civiles y, actualmente, 250 oficiales de alto rango se encuentran imputados, y muchos en prisión preventiva, en diversas tramas golpistas. Precisamente, la razón de la dimisión de los comandantes del Ejército el viernes, se halla en la tensión entre el Gobierno y Estado Mayor por los ascensos de oficiales, que tenían que debatirse mañana en el Consejo Militar Supremo (YAS).
El ya ex jefe del Estado Mayor, Isik Kosaner, quería que 17 militares imputados fuesen promocionados, algo a lo que se opuso Erdogan.Pero lo que colmó la paciencia de los «pachás», como se conoce popularmente a los generales turcos, fue el arresto de 22 altos militares acusados de «propaganda antigubernamental».«La forma en que han sido mantenidos en prisión preventiva, fuera de las normas del derecho internacional, es inaceptable», advertía el general Kosaner en su carta de renuncia.
La cuestión es que Turquía se ha quedado apenas sin generales con graduación para dirigir las Fuerzas Armadas, algo esencial en un país que libra una guerra contra los kurdos del PKK.
El que está llamado a ser nuevo jefe del Estado Mayor, el hasta ahora comandante de la Gendarmería, Necdet Ozel, es una persona «apolítica». De ahí que el descabezamiento de la cúpula militar a causa de las dimisiones y las detenciones, permitirá el ascenso de una nueva generación de oficiales, desplazando a la generación que hizo su carrera de golpe de Estado en golpe de Estado.