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El de los obispos por Alfonso Ussía
Rubalcaba ha estado agudo. «Los del PP se manifestaron con los obispos y nosotros con los sindicatos». Creo recordar que el PP se sumó a dos manifestaciones en Madrid que resultaron multitudinarias. Contra los trapicheos socialistas con los etarras –Sarkozy se ha apercibido de ello con algo de retraso–, y contra la espeluznante Ley del Aborto vigente en la actualidad. Y en esa manifestación, efectivamente, estuvo presente la Iglesia, defensora del ser humano más indefenso, que es el que no ha nacido. Rubalcaba y los suyos se situaron en el lado del doctor Morín y las eficaces trituradoras en las que los seres humanos no nacidos se convierten en terribles y patéticas hamburguesas. Ellos son así y no tienen remedio.
Los obispos, en aquella ocasión, compartieron la protesta junto a un millón largo de personas. Un millón largo del que no surgió ningún vándalo, ningún salvaje, ningún estudiante que no estudia y ningún «perroflauta». Estuve en la manifestación, cuando en nada soy partidario de ellas porque no resultan eficientes. Pero en aquella quise dar testimonio simbólico de mi protesta contra la Ley asesina de Bibiana Aído, la profesora de baile, en la que también intervino Trinidad Jiménez, la enchufada perpetua, y se aprobó con Leire Pajín, la ilustrada. Estuve en aquella manifestación y no vi obispos rompiendo escaparates como hacen los «piquetes informativos», ni sacerdotes obligando a cerrar comercios, ni religiosas con barras de hierro destrozando el mobiliario urbano. Tampoco aprecié banderolas republicanas, porque aquella multitud se reunió para proteger la vida de los indefensos, no para añorar con símbolos y despropósitos los peores años de España.
Vi a los obispos pasar junto a comercios abiertos y ninguno de ellos insultó a sus propietarios o dependientes. Silencio, silencio y más silencio. Nadie insultó a nadie y todo transcurrió en paz y orden. Y en la otra manifestación a la que asistí, inundada de Banderas de España, tampoco se coaccionó a los que pasaban por las calles sin intervenir en ella, y finalizó con las estremecedoras palabras de familiares de los asesinados por la ETA. Allí tenían que haber estado los dirigentes socialistas, pero no tuvieron huevos. Al fin y al cabo, las dos manifestaciones juntaban a los defensores de la vida. La vida de los que mueren antes de nacer y la vida de los asesinados con un disparo en la nuca o un coche-bomba, que no es lo mismo que una bomba en el coche, como matizó un sensible dirigente batasuno.
Los sindicatos que tanto ama Rubalcaba, además de manifestarse en un día de obligado silencio en memoria de las víctimas del 11 de marzo de 2004 –terrible atentado que por tergiversaciones perversas del propio Rubalcaba y sus medios afines llevó al PSOE al Gobierno–, no conciben una manifestación sin coacción, insultos, violencia y odio. ¿Qué nísperos es eso de los «piquetes informativos» cuando hasta los gorriones del Retiro están perfectamente informados? Los «piquetes informativos» informan amenazando, coaccionando o actuando, y sus actuaciones siempre conllevan la brutalidad estalinista o fascista de la imposición.
Entiendo que el PSOE está metido en un laberinto de complicada salida. Se tienen que manifestar con sus cómplices sindicales para protestar por una reforma laboral que es consecuencia de la nefasta política del Gobierno socialista y el silencio agradecido con subvenciones de los sindicatos. El PSOE está en la calle y la soberanía en las urnas. Eso lo maneja bien Rubalcaba. Magistralmente. Prefiero a los obispos.
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