España
Pymes la gran esperanza
Europa ya tiene claro que su batalla principal para este año es el drama que viven los desempleados. La cumbre de mañana tiene que servir para paliar el gran mal de esta crisis económica. Millones de personas quieren trabajar, pero el parón económico se lo impide. De la cumbre saldrán planes para incentivar la contratación.
MADRID- Es ahora o puede que nunca. Los pequeños comercios que pueblan las calles de las ciudades españolas y las pequeñas o medianas empresas que sobreviven quieren creer que a partir de la cumbre europea de mañana las cosas van a cambiar para ellos. Necesitan fe porque muchos de ellos no tienen ya a qué agarrarse en este naufragio. «Esto es como quien sale al mar preparado para el buen tiempo y en mitad del trayecto se encuentra con una tormenta», dice Roberto Lamas, un mayorista que ha tenido que quitarse lastre, como todos, y al que ya no le queda mucho más que tirar por la borda. Quizá a sí mismo y a su negocio.
Facilitarles la vida
Los pequeños empresarios españoles son escépticos ante el futuro. Cada día es un poco peor, se hace menos caja y se agota el tiempo. La esperanza es que esta vez sea la buena, que además de austeridad en la cumbre se va a hablar de crecimiento. Europa dice que tiene 82.000 millones para «combatir el paro juvenil y fomentar la creación de pymes», según aseguró el portavoz de Política Regional, Ton van Lierop. De esa cantidad, 10.700 millones corresponden a España. «Tenemos que hacerles la vida más fácil», ha repetido el presidente de la Comisión Europea, Durâo Barroso.
Si las pymes pueden respirar, toda Europa tomará aire. Entre 2000 y 2010, el 85% de los puestos de trabajo en Europa los crearon las pymes. En España, el 99% de las empresas tienen menos de 250 empleados y casi todas están viviendo los problemas económicos. Necesitan dinero, ayudas, rebajas fiscales como ha prometido Montoro, porque están ahogándose y no encuentran financiación. Buscan créditos, pero las condiciones que les piden son imposibles de cumplir.
Antes iban los bancos a por ellos para darles dinero, y quien tenía una tienda abría otra, sin miedo al futuro; ahora van a la sucursal a negociar el pago del crédito o a pedir uno nuevo para afrontar el cierre o el despido de un empleado de toda la vida. Según un estudio de las Cámaras de Comercio, el 93,5% de los créditos que recibieron las pymes el año pasado fue destinado a financiar el circulante.
Las propietarios de las pequeñas empresas viven entregados a su trabajo. Les va la vida en ello y, a diferencia de un empleado, cuando terminan su jornada laboral no pueden cerrar y marcharse. Siguen preocupados por lo que pasará mañana, por cómo conseguir que te pague el proveedor o cómo pagar ellos. El 69% de las pymes ha sufrido retrasos en los pagos de sus clientes, con un retardo medio de 4,6 meses.
Casi todos, al principio, se dedicaron a reducir gastos superfluos; luego pasaron a reducir personal: primero los últimos en llegar, a los que duele menos despedir; después, los más cercanos: «Las pequeñas empresas son como familias, es muy duro despedir a alguien», cuenta Francisco Ferrera, presidente de la Asociación de Comerciantes y Autónomos de Metro de Madrid.
Tampoco tienen más remedio. Los ingresos han ido bajando y los comercios cara al público cuentan que en el último año la recaudación ha caído hasta un 50%. Mañana es el día para que esto cambie. Para las pymes y para todos. Es fácil: si ellas tienen dinero, darán trabajo.
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