Estreno teatral
Lo que las cámaras nunca ven
Los chinos son geniales con las sombras. Ponen una mano rara en la luz y aparece un animal descomunal. Duran Lleida también jugó ayer con las sombras y el efecto fue hipnótico. Se puso en frente de los focos y salió un hombre enorme, sin necesidad de hacer extrañas contorsiones. La sede de la Once fue el escenario donde el candidato de CiU habló de políticas sociales y utilizó el viejo truco del «yo más», que funciona siempre desde que tenemos tres años. Si alguien se preocupa de los discapacitados, él más, así de claro, y puso muchos ejemplos, aunque remarcó que la mayor parte de estas iniciativas se hacen fuera del foco de las cámaras, por lo que no llega al gran público el lado humano de los políticos.
Afectado por la afonía propia de la recta final de campaña, pidió a los asistentes que fueran su voz y viajaran por el mundo desperdigando su buena nueva. Aunque hablaba sosegado, gesticulaba mucho con las manos, hasta parecía que hablaba en el lenguaje de los signos. Según el lenguaje de los mudos sólo decía «balón, balón, balón», así que supongo que no. Por si acaso, había una intérprete de verdad.
Al final, la gente se acercó a hablar con él y Duran demostró que es un político próximo a la ciudadanía. Un hombre le fue a saludar con un perro lazarillo y no sólo lo acarició, sino que le habló en inglés, algo que no todos los candidatos podrían hacer.
Luego, otro señor se le acercó y le preguntó si no se acordaba de él. Primero, no, pero al final sí. «¡Hombre!», dijo, porque sí, era un hombre, y le dio un cariñoso cachete. Sonó, no muy fuerte, a «¡CiU, CiU!». Como suele ocurrir en estos casos en los que el candidato tiene que salir pitando a otro acto, Duran no pudo saludar a todos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar