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Morales se retracta: «Yo no acuso al Partido Popular»

Evo Morales junto al juez Baltasar Garzón, en Madrid
Evo Morales junto al juez Baltasar Garzón, en Madridlarazon

MADRID- Máxima expectación en la sala 2 del recinto ferial. Los asesores del presidente de Bolivia hacen correr el rumor entre los periodistas de que Evo Morales va a presentar «pruebas» de las graves acusaciones vertidas el día anterior contra el Partido Popular, al que acusó de financiar un golpe de Estado en 2007. Pronto queda claro que el mandatario ya no quiere «ofender a nadie» y que los supuestos documentos sólo demuestran la enorme confusión que embarga al líder boliviano.«No he acusado al PP de estar detrás de un golpe de Estado en mi país», dijo Morales. «Yo sólo he hecho referencia a las informaciones de los medios». Vestido con su sempiterna chaqueta de gala, y escoltado por un inmaculado edecán que no movió un músculo en toda la comparecencia, Evo se mostró convencido de que su provocación no afectará «a las relaciones con el Gobierno de Zapatero ni con España».Morales hizo una pobre defensa de sus acusaciones; leyó de forma atropellada varios artículos periodísticos, se refirió a una «investigación en marcha» de la Fiscalía boliviana y sacó a relucir a la Falange Española ante un atónito auditorio que no entendía nada. Sólo dio una cifra: 2.140.550 bolivianos (unos 250.000 euros) que se habrían transferido a una cuenta de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO) de parte de una organización afín al PP, la Fundación Iberoamérica Europa. En medio de su alocución, Morales acertó a decir que «nunca soñé con ser presidente ni parlamentario».Preguntado al respecto, Zapatero dijo que no disponía de «mucha información», pero que el PP es un «partido democrático». También respondió el ex consejero de Inmigración y Cooperación Javier Fernández Lasquetty, quien defendió la legalidad de la subvención que la Comunidad de Madrid concedió a la FIB en 2007, y afirmó que la fundación justificó el gasto de los fondos, que se dedicaron en exclusiva a la formación de pequeños empresarios y funcionarios.

Maratón declarativoSeis ruedas de prensa en tres días. La cumbre UE-América Latina ha sido un maratón declarativo para Zapatero en el peor momento de la Legislatura. En cada una de ellas, el presidente del Gobierno salió escoltado por los «otros presidentes» de Europa. Cada uno cumplió con su papel. El belga Van Rompuy llevó, en inglés, la carga «sesuda» de las declaraciones, mientras que el presidente de la Comisión, Durao Barroso, casi se limitó a repetir sus palabras en castellano como si fuera el traductor. Zapatero fue el más disperso. Jugaba con el boli, con los papeles y tamborileaba los dedos. Como si tuviera la cabeza en otro sitio.