Balón de Oro

El Madrid pega más fuerte

Los de Mourinho no necesitaron jugar bien para derrotar al Getafe, que dominó tras el gran gol de Parejo y nunca se rindió n Cristiano, dos veces, y Özil pusieron la dinamita 

El centrocampista alemán del Real Madrid Mesut Ozil (2d, de espaldas), celebra con sus compañeros, el argentino Ángel Di Maria (i), el francés Karim Benzema (c), Xabi Alonso (2d) y el portugués Cristiano Ronaldo (d), el gol que ha marcado al Getafe,
El centrocampista alemán del Real Madrid Mesut Ozil (2d, de espaldas), celebra con sus compañeros, el argentino Ángel Di Maria (i), el francés Karim Benzema (c), Xabi Alonso (2d) y el portugués Cristiano Ronaldo (d), el gol que ha marcado al Getafe,larazon

El fútbol es un juego tan sencillo que a veces es muy difícil de explicar. O al menos se puede hacer de varias maneras. El análisis más elemental, especialmente para un hincha getafense, es que el árbitro castigó a su equipo al considerar penalti un agarrón de Mané no lo suficientemente contundente como para derribar a Di María. Un seguidor del Real Madrid se limitaría a la interpretación rigurosa del reglamento y vería la jugada como una falta dentro del área por sujetar de la camiseta a un rival y evitar que se fuera en velocidad.

Quizá ambos tendrán razón y puedan defender sus argumentos ante cualquier tribunal, pero se quedarían muy lejos de la realidad. Intentando ir un poco más allá, el primer gol del partido es consecuencia (además de la fe infinita de Di María y la menor cilindrada de Mané, que se queda tieso ante el acelerón del ex del Benfica) de que el equipo getafense empezó sufriendo sin la posibilidad de tener el balón.

El Madrid lo acaparaba y lo jugaba con total comodidad en la frontal del área del enemigo, que corría mucho peligro mostrando tan poco interés en la presión y acurrucado cerca de Codina. Cristiano probaba por la izquierda, Özil por el centro y el omnipresente Di María por la derecha. El «fideo» encontró un resquicio, sintió la mano de Mané y todo acabó en un penalti y en la inmediata celebración de Cristiano. Mientras el Getafe se lamentaba de la supuesta injusticia, otra vez Di María apareció con un pase entre los dos centrales. Allí Özil regateó a Codina y marcó con su habitual mezcla de sutileza y elegancia.

El alemán del Getafe es Parejo, que despertó de repente para hacer sufrir un poco al que fue y puede volver a ser su equipo. El mediapunta del Getafe aprovechó la rigidez de cintura de Arbeloa y que Lass estaba amonestado y no podía arriesgar, para irse de ambos, arrancar con mucha clase y fusilar a Casillas. Su golazo lo mereció el Madrid, que desconectó demasiado pronto y no volvió a enchufarse hasta que se empeñó en ello Codina.

Un mal pase del portero le llegó a Özil que se asoció con Benzema y Cristiano para cerrar el partido. Las pocas esperanzas del «Geta» y su periodo de dominio se acabaron en ese momento. Hasta entonces y desde el gol de Parejo había castigado sin la pelota al Real Madrid y había evitado que los de Mourinho tuviesen el partido controlado. En todo ese tiempo el ritmo lo llevaron los de azul, aunque su superioridad tampoco se convirtió en un asedio contra Casillas.

El asunto se resolvió por una cuestión de pegada y ahí, el Madrid es incuestionable. No necesitó jugar bien ni bonito para cerrar el debate con casi toda la segunda mitad por delante, porque con el segundo de Cristiano el Getafe se diluyó, dejó de creer y permitió que Kaká tuviese un regreso tranquilo a la actividad.

La descomposición de los de Míchel quedó clara tras un córner a favor que terminó en un «tres contra Codina» en el que Benzema y Di María se recrearon demasiado. El francés participó en el último tanto y lo intentó, pero otra vez pareció mal sintonizado. Impreciso en el control, volvió a costarle dar con la opción adecuada, como en un contragolpe que desperdició por tardar demasiado en entregar el balón en profundidad.

Fue un partido más emocionante que bueno y ninguno de los dos equipos supo encontrarle el pulso definitivamente. Cuando el Madrid parecía tenerlo claro, el gol de Parejo alargó el suspense y cuando el «Geta» parecía muerto, marcó Albín para ponerle pimienta a los últimos minutos, en los que Kaká ya empezaba a sentirse futbolista otra vez.