España

El «niño dóberman»

Los socialistas han recuperado el estilo ofensivo de su campaña del 96, recordada por la presencia de un perro feroz. Ahora, para representar que llega la derecha, le toca a un niño «pijo» que va a la escuela privada. ¿Tiene límites la demagogia? 

Daniel y su padre llegan al colegio concertado Tajamar, en el barrio madrileño de Vallecas, un día de esta semana
Daniel y su padre llegan al colegio concertado Tajamar, en el barrio madrileño de Vallecas, un día de esta semanalarazon

Vanesa hace maravillas con los pañuelos de colores y los bolsos. Los combina para tener cada día un aspecto distinto, sin que se note demasiado que ya no puede comprarse ropa como hacía antes. Cada uno sortea la crisis y sobrevive como puede, con inventiva y con austeridad. Su marido Daniel está en paro; ella, Vanesa, cobra un sueldo mileurista. Viven en una casa de alquiler de la Empresa Municipal de la Vivienda de la Comunidad de Madrid, en el Barrio San Fermín, uno de los barrios humildes del sur de Madrid.

Poco a poco, han ido reduciendo gastos. Primero lo accesorio: la cerveza de los sábados en el bar, no ir a la Warner con su hijo, no tomar el café en el trabajo. O dejar de fumar. Después han pasado a cosas más importantes, como la ropa o la gasolina. Van contando los euros, apurando el presente sin pensar en el futuro, menos en una cosa. En su hijo.

Daniel, el hijo de Daniel y Vanesa, tiene 10 años y va a un colegio concertado, el Tajamar, en Vallecas. Pagan 110 euros, que son optativos, pero Vanesa dice que prefiere pagarlos. Un día que su hijo perdió un zapato, le enseñó la factura de la luz y le dijo que costaba lo mismo que el zapato perdido. No ha vuelto a perder uno. Quiere que su hijo aprenda que el esfuerzo y la educación cuestan.

Pese a ir a un colegio concertado, a Daniel hijo no le lleva al cole ninguna empleada del hogar. Va en moto con su padre, porque gasta menos gasolina que coger el coche. Ahora que el padre está en paro, puede acompañarlo por las mañanas y disfrutar de ese pequeño placer de acercar al hijo hasta la puerta, ayudarle con la mochila y hablar de cualquier cosa. En ninguna conversación, por cierto, el niño le ha dicho a su padre que en el futuro tendrá una empleada del hogar que llevará a sus hijos al cole. Como sí ocurre en el vídeo del PSOE.

Vanesa está indignada. Su hermana, que apoya al partido socialista, le ha dicho que no es para tanto, que no pasa nada. Pero el anuncio, algo tan general, lo ha sentido como personal.
«El PSOE ha conseguido una cosa con ese vídeo –explica el profesor Guillermo López García de la Universidad de Valencia y experto en comunicación política–, ha logrado que se ponga encima de la mesa el tema de la Educación, que según las encuestas, importa mucho a la gente, porque se temen los recortes. Una de las grandes peleas de los partidos políticos en las campañas electorales es marcar la agenda de los asuntos. Y el PSOE ha acertado en eso. Otra cosa es que, a cambio, pierda credibilidad».

Es lo que piensa Vanesa. Su marido, que ya ha superado los 30 años, empezó a trabajar a los 16 años en un taller, pero ahora el paro la ha convertido a ella en la única que lleva dinero a casa. «Mi hijo dice ahora que quiere ser paleontólogo. Yo quiero que sea médico, abogado o fontanero. Lo que sea pero que pueda ganarse honradamente la vida. Yo le digo que tiene que trabajar mucho ahora, esforzarse, para después conseguir ser un jefe de esos que cobran mucho y trabajan poco. No, en serio, me vale que tenga un oficio y que le dé para ir alguna vez al cine y si puede de vacaciones a alguna playa».

Un minuto eficaz

Apenas un minuto de grabación ha levantado las viejas ampollas y el mal humor de Vanesa: un niño vestido con chaqueta y corbata camina por la calle, hacia el colegio privado de la mano de su cuidadora, una mujer española y con bata de trabajo doméstico a la que le pregunta si tiene hijos. Cuando ella le responde que tiene una niña de su misma edad, el pequeño contesta alegre: «Qué bien, así cuando seamos mayores, ella será quien cuide de mis hijos». Acto seguido, la cámara enfoca a la mujer dejando a su pequeña en un centro público mientras piensa «Corre hija, corre». El vídeo, amén de fácil y clasista, resulta sexista por anticuado en su argumentario, pero... Ha resultado eficaz, en tanto que ha desatado ríos de tinta en pocos días, convirtiéndose en un Trending Topic en la red. Como cualquier eslogan o comentario de campaña, es una denuncia de trazo grueso, máxime cuando el aludido montaje concluye: «Sólo una enseñanza pública de calidad garantiza la igualdad de oportunidades».

Es un mensaje que cabrea o que moviliza, pero que no deja indiferente. Es el principio de lo que se presupone será una campaña en negativo, que prefiere resaltar lo malo del contrario antes que destacar las propuestas propias. Recuerda al vídeo de la campaña de 1996, que ahora se le recuerda como el del «dóberman», cuando el PSOE se enfrentaba a una situación muy parecida a la actual. Pese a estar en el poder, las encuestas le daban por perdedor.
Ese año, el vídeo impactó. Hasta entonces, España no había entrado en la modernidad de las campañas electorales. El profesor de la Universidad de Valencia pone a sus alumnos diferentes spots políticos y algunos provocan la carcajada de una clase donde casi todos llevan «smartphones». Durante los primeros años de Democracia, cuando sólo se podían poner imágenes tras los telediarios, aparecía el busto parlante de un político, mirando a cámara en el mejor de los casos o al vacío o a ningún sitio, en el peor. Daba su mensaje, su parrafada y se terminaba de grabar.

Asusta, que algo queda

El PSOE, agobiado por las encuestas cambió la dinámica en 1996. Llegó al futuro. Hace 15 años, el partido socialista rompió moldes en las campañas con un vídeo muy eficaz, muy rápido, a ritmo de videoclip y como los spots que se han mostrado esta semana, con un mensaje muy claro, sin matices. «Pero hay una diferencia –continúa el profesor López García–. Este vídeo es sectorial, no total como ocurrió con el otro y además, tiene un par de grados menos de agresividad. No son iguales».

En el vídeo aparecía un perro y se le conoció como el del dóberman, cuando en realidad, era un «rottweiler». Era un perro agresivo, en blanco y negro, brutal. Era un mensaje demagógico, como el de ahora, pero más impactante porque los españoles no éramos los de ahora. El partido socialista jugaba con la baza de que los populares no había gobernado todavía y lo comparaban con la «derechona». Ahora esos vídeos ya no pueden sorprender tanto a una España que puede ver la MTV y, además, el PP gobernó ocho años y en casi todas las autonomías tiene el mando actualmente. Los votantes son conscientes de que la derecha no es como la pintan.

Además, a diferencia de hace 15 años, el partido del gobierno no está siendo castigado por la corrupción o por el cansancio de tantos años en el poder, si no que su bajada electoral se debe, principalmente a una manera de gobernar que ha desmotivado a lo suyos. Aún así, el PSOE quiere volver a movilizar al votante de izquierdas, que recupere la fe por la «maldad de los otros», volver al mensaje que ya utilizó el partido socialista catalán en una campaña: «Si tú no vas, ellos vuelven». Y puede que tenga su alcance.

Vanesa cuenta que alguna vez ha vuelto a verse con los padres del antiguo colegio público al que iba a su hijo Daniel antes de pasar a la concertada, en busca de otra educación. Ella lleva un tatuaje en la mano y su marido tiene todo el brazo tatuado. No dan la típica imagen de «pijos», ni de familia religiosa. Pero cuando volvió a encontrarse con los padres, una madre le espetó: «Tú, como ahora eres pija, y mandas a tu niño a un colegio de pago».