Cataluña
Frívolo e inoportuno
Cuando Artur Mas le planteó a Mariano Rajoy el órdago del pacto fiscal, el secretario general del PSOE tuvo el acierto de oponerse públicamente y de cerrar filas con el presidente del Gobierno. De ese modo quedó patente que las veleidades de los nacionalistas no sólo topaban con el PP, sino también con el principal partido de la oposición, es decir, con casi el 80% del Congreso de los Diputados. Sin embargo, Pérez Rubalcaba parece empeñado en arruinar sus propias victorias y en decepcionar a los cientos de miles de votantes socialistas que esperan de sus dirigentes una actitud más firme e inequívoca sobre la unidad de España y la igualdad de todas sus comunidades. Ayer, en unas declaraciones radiofónicas muy poco meditadas, cometió la frivolidad de proponer la reforma de la Constitución para enterrar el Estado de las Autonomías y dar paso a un Estado federal; lo que entienda Rubalcaba por Estado federal es un misterio que, pese a invocarlo repetidamente, nunca ha detallado ni aclarado. Decir que le gusta el modelo alemán es no decir nada, pues nuestra organización autonómica guarda grandes similitudes con los «lander». Pero la cuestión que causa estupor no es la fórmula magistral que se le haya podido ocurrir, sino la irresponsabilidad de entrar al trapo en un debate que sólo beneficia a los separatistas y que cuartea el consenso constitucional. Debatir sobre la reforma de la Constitución puede ser un interesante ejercicio académico, pero no una prioridad política en estos precisos momentos, marcados por una gravísima crisis económica cuya superación requiere el concurso de todos y por un desafío soberanista ante el cual sólo cabe reafirmar los principios democráticos de la Carta Magna. Es decir, la propuesta de Rubalcaba es, sobre atolondrada, inoportuna. Si con ella pretendía echarle un capote a sus compañeros catalanes del PSC, que se debaten en la indefinición más penosa, no ha podido hacerlo peor, pues queda patente que los socialistas no tienen el mismo discurso en Cataluña que en el resto de España. Conviene, por tanto, que el dirigente socialista recupere cuanto antes la cordura constitucional y concentre sus esfuerzos en lo verdaderamente importante: el desafío soberanista que preparan esta semana CiU y los separatistas en el Parlamento autonómico, y los Presupuestos del próximo año, que exigirán un debate serio y riguroso porque en ello nos va salir de la crisis. La reforma del sistema de financiación autonómica también es un capítulo importante, pero deberá supeditarse al momento más adecuado para no entorpecer las negociaciones de España con la UE. Será una reforma laboriosa, difícil y tensa, razón de más para que se cuiden todos los detalles, pues sería suicida abrir en canal un debate que suscita grandes y apasionadas divisiones entre las comunidades.
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