El Cairo

«Guantanamera» en el Este

Si no fuera porque tanto los judíos (el director y parte del equipo) como los rumanos (donde transcurre la mayor parte de la peripecia) se toman todo tan en serio, podríamos decir que la segunda parte del filme es un «remake» de «Guantanamera», o, por lo absurdo del trayecto, adquirir ciertos tintes berlanguianos, lo que nunca ocurre por el tono solemne.

«Guantanamera» en el Este
«Guantanamera» en el Estelarazon

En la divertida comedia de Tomás Gutiérrez Alea se transparentaban las miserias de Cuba gracias a una particular caravana fúnebre por toda la isla. En «El viaje del director de recursos humanos», asistimos también a los estragos que causa el comunismo, ya contemplados desde la distancia de la Rumanía de principios de la pasada década. Hasta allí llega el director de recursos humanos de una panificadora familiar venida a más para solventar un «despiste» que ha dejado a la empresa con la falta de humanidad al aire ante la opinión pública hebrea. Una de sus empleadas, rumana, yace en un depósito de cadáveres durante un mes tras haber muerto en un atentado suicida sin que nadie reclame su cuerpo.

«Me encantó la historia pues tiene de todo: es global, local, regional e implica todas las emociones», asegura su director, fascinado con la novela en la que está basada. Se trata de Eran Riklis, que triunfó en los cines de versión original con «Los limoneros». Asegura que rodó en Rumanía «porque era más fácil de rodar que en Rusia. Además es un país que tiene un pie en ayer y otro en mañana. Es de gran belleza, pero no de postal, sino mucho más oscura. Es como si cogieras una película de Kusturica y lo llevaras un poco más lejos», continúa el realizador.

Otro de los atractivos de la trama es que la protagoniza «un director de recursos humanos al que no se le dan bien las relaciones personales». Efectivamente, no solo vive una crisis matrimonial, sino que, además, su hija se siente abandonada y no acaba de congeniar con la viuda que ha heredado el mando en su empresa. «Esta vez quería hacer una película sobre hombres, pero la presencia femenina vuelve a ser muy fuertes. Es que me encantan las mujeres», asegura Riklis.

Volviendo al personaje central y la presencia continua de lo fúnebre durante el metraje, el director apostilla que «era necesario hacer este viaje por la muerte para que el director de recursos humanos volviera a la vida». Y lo cierto es que las circunstancias no se lo ponen fácil: una excéntrica cónsul de Israel, el ex marido de la fallecida que se hace el sueco, su hijo adolescente no puede ser más conflictivo... El realizador no emplea el nombre del personaje porque, como todos los demás, a excepción de la fallecida, Julia, no lo tienen. «Los vivos deben hacer un recorrido para poder adquirirlo. No se puede tener un nombre, así como así».

El detalle. Extremos
Un director judío no puede sustraerse a la realidad política que vive: «Nuestra relación con Egipto es de extremos. Fui soldado israelí en la Guerra del Yom Kippur y el año pasado estuve en El Cairo presentando mi película «Los limoneros».