Bruselas
Las ayudas de la UE no dan ni para medio pepino
«Es un chiste», afirmaron ayer desde el sector agrario. Y, para colmo, sin gracia. La UE sube la oferta, pero es insuficiente. Y desde Bruselas lo reconocen.
Una vez estudiados los daños causados al sector por la «crisis del pepino», y tras escuchar las protestas de los ministros de Agricultura de la UE, el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, anunció ayer que las compensaciones a los agricultores ascienden 60 millones más de lo inicialmente anunciado: un total de 210 millones de euros. Ciolos afirmó que las ayudas comunitarias apenas cubrirían el 50 por ciento de las pérdidas de los agricultores. Y no sólo de los españoles, los más perjudicados con diferencia, sino de los europeos en general. Del mismo modo, Bruselas amplía de tres a cinco la lista de hortalizas cubiertas por estas ayudas. Además, si en un primer momento estas ayudas sólo incumbían a pepinos, tomates y lechugas, se les suman ahora calabacines y pimientos.
¿Ha reparado Bruselas el daño? No rotundo. La propia ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, considera que estas nuevas medidas «no son suficientes». Con todo, a pesar del anuncio ayer del Gobierno sobre la posible apertura en el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de una línea de financiación especial a los productores, no se puso ninguna cifra sobre la mesa. Lo cierto es que sí se baraja una cifra rque educiría la anunciada por la UE. Desde la organización Asaja, que se reunió ayer junto a otras asociaciones con representantes del Ministerio de Medio Ambiente, afirman que, de esos 210 millones, la parte destinada a España podría ser del 70-75 por ciento. Como mucho, alrededor de 157 millones de euros. Además, estas ayudas irían destinadas sólo a productores. Los distribuidores se quedan fueral
Daños futuros
Con los 210 millones de euros no cubrimos ni medio pepino ni media catástrofe», afirmó ayer a este diario Ricardo Serra, presidente de Asaja Andalucía. «Ya la misma comisión, al hablar de que va a reparar los daños al 50 por ciento, reconoce que es una cantidad insuficiente», añadió. Y es que, según Serra, la reparación debería ir más allá de las dos semanas que parece haber estimado la UE. «No sólo es el daño por no haber vendido, sino por lo que no se va a vender», apunta Serra. Así, a los gastos de traslado, coste de trayecto, salario del personal que se encarga de los traslados al vertedero y el bloqueo que persiste en varios países europeos –la cooperativa malagueña Frunet afirma que se están comprando antes productos marroquíes y griegos–, habría que añadir los perjuicios futuros: «Es un ciclo cerrado.
Ahora los productores están pensando ya en la campaña del año próximo. Y es necesario proveerlos de liquidez», afirma Serra. «Desde el Ministerio deberían llamar a Bruselas y decir que esa cifra no nos vale a España. ¿Que es mejor que nada? Pues sí. Pero queda mucho por solucionar».
¿Bacteria manipulada?
Mientras, los gestos de reivindicación prosiguen. En un acto organizado ayer por la asociación de agricultores COAG, la madrileña plaza de Dalí fue ocupada por varios puestos que regalaron cerca de 40.000 kilos de frutas y hortalizas a todos los viandantes que se acercaran. ¿Su objetivo? Compartir con los ciudadanos unos productos «sanos, seguros y sabrosos». Misión cumplida: las colas cruzaban ayer toda la plaza. «Pedimos que la UE sea responsable. Es humillante su oferta, cuando hemos perdido por encima de 350 millones», afirmó ayer durante el acto Miguel López, secretario general de COAG Andalucía, que calificó de «reprochable» la actitud de Bruselas.
Sumando todos los daños ocasionados, aparte de al sector productor, COAG considera que la Unión Europea debería poner sobre la mesa no menos de 1.000 millones de euros. «Tras señalarnos con el dedo, todavía no conocemos el origen del problema, por lo que siempre quedará la duda de dónde proviene», añadió López. Sobre este punto, COAG fue más allá: «Los científicos con los que hemos hablado opinan que la mutación –según la OMS, la bacteria E. coli habría sufrido esta alteración– no se ha originado de forma natural». Así, López cree que «podemos sospechar que la bacteria no procede de ningún producto agrícola o ganadero».
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